UN CUENTO DE NAVIDAD

 Había una vez, en un tranquilo pueblo navideño, una lámpara encantada que brillaba con un fulgor especial durante la temporada festiva. Sin embargo, había algo curioso sobre esta lámpara: cuando su luz comenzaba a brillar, los insectos del lugar se congregaban a su alrededor.

La gente del pueblo notó este extraño fenómeno y se preguntaba por qué los insectos solo aparecían cuando la lámpara se iluminaba. Al observar más de cerca, descubrieron que los insectos no venían por la magia de la luz, sino por algo más. Resultaba que estos insectos eran en realidad criaturas astutas y oportunistas.

Cuando la lámpara empezaba a brillar, era una señal para ellos de que la generosidad y la alegría de la Navidad se encontraban presentes en el pueblo. Esto atraía a los insectos, quienes veían una oportunidad de aprovecharse de la situación. Sabían que la gente estaría ocupada con los preparativos navideños y más propensos a ser engañados.

Había un escarabajo astuto que se hacía pasar por un mensajero de la buena voluntad. Se acercaba a los vecinos y les ofrecía su ayuda para decorar sus hogares o envolver regalos. Parecía un aliado amable, pero en realidad, estaba buscando objetos de valor para llevarse a su escondite.

Una araña tejedora experta en engaños se presentaba como una decoradora navideña. Ofrecía sus servicios para adornar los árboles y las fachadas de las casas, pero en realidad, estaba buscando espiar los secretos de las familias y obtener información valiosa para su propio beneficio.

Incluso una abeja mañosa se disfrazaba de caritativa recolectora de donaciones navideñas. Visitaba a los vecinos y les pedía contribuciones generosas para supuestos proyectos benéficos. Sin embargo, en lugar de destinar los fondos a causas nobles, los utilizaba para enriquecerse a sí misma.

La gente comenzó a darse cuenta de que estos insectos solo estaban cerca cuando la lámpara brillaba, y entendieron el verdadero significado del refrán: "Los insectos siempre vienen cuando la lámpara empieza a brillar". Era una advertencia sobre las personas que se acercan solo por interés, aprovechándose de la bondad y la generosidad de los demás.

Aunque los insectos intentaban engañar a los habitantes del pueblo, la comunidad se unió para enfrentarlos. Compartieron sus experiencias y descubrieron los engaños de estos astutos insectos. Juntos, decidieron proteger su espíritu navideño y preservar la verdadera esencia de la temporada.

Desde entonces, la lámpara siguió brillando en Navidad, pero las personas del pueblo se mantuvieron alerta ante los intentos de manipulación. Aprendieron a discernir entre aquellos que se acercaban con sinceridad y aquellos que solo buscaban aprovecharse.

Así, este cuento de Navidad nos recuerda que, aunque existan personas oportunistas en el mundo, la verdadera magia de la Navidad reside en la bondad y la generosidad auténtica. Nos enseña a valorar las relaciones genuinas y a no dejarnos engañar por aquellos que solo buscan su propio beneficio.

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Caracas- Venezuela.

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