No Me Nombras, Pero Me Gritas
Poema-respuesta para quien confunde el reflejo con el enemigo
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares
D/R.
No te escribí.
No te nombré.
Pero te leíste en mi herida,
como quien se mira en un charco
y culpa al agua por su rostro.
No fui yo quien te expulsó.
Fue tu eco.
Tu forma de entrar a los poemas
como si fueran vitrinas
y no refugios.
Me llamaste mala
porque no entendiste el temblor.
Me acusaste de atea,
como si la fe fuera un arma
y no un silencio compartido.
Yo no compito.
No pongo zancadillas.
Escribo desde el derrumbe.
Y si eso te incomoda,
no es por mí:
es porque tus cimientos tiemblan.
No me duele tu insulto.
Me duele que escribas tan bello
y vivas tan lejos de tus versos.
No me asusta tu juicio.
Me asusta que creas
que la poesía es un podio
y no una sala de espera,
para quienes aún no saben
cómo nombrar el dolor sin herir.
Yo sigo.
Con mis huesos contados,
con mi silencio intacto,
con mi espejo sin retoques.
Porque si mi ser es fractura,
mi palabra es puente.
Y tú, que me leíste sin querer,
ya cruzaste.