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En la vía, donde los motores rugen con emoción, se alzan los gaviones, como versos en una canción. Piedras con asimetría, como sílabas que riman, se unen con arte y precisión, en un trabajo que fascina. El albañil, poeta hábil, coloca cada piedra con esmero, buscando la armonía perfecta, como un verso sincero. El sonido de motores, estruendoso rugir en la vía, se mezcla con el sol cálido, en armonía. Las piedras, poesía en sí, de diferentes tamaños, se entrelazan con ritmo, creando paisajes extraños. La tierra húmeda, aroma fresco y terroso, y las plantas crecen alrededor, verdes y hermosas. El reflejo del sol en las piedras brilla con esplendor, creando paisajes firmes, con un encanto seductor. La luz dorada se filtra entre las piedras, con destellos, mientras las plantas danzan alrededor, como enredaderas en anhelos. El poeta y el albañil, en su labor meticulosa, crean belleza con precisión, en cada cosa. Así, la naturaleza se funde con la mano del hombre, y la bendición de Dios...