sábado, 21 de octubre de 2023

Geografías de la Memoria y un Viaje de Cuatro Estaciones.

 

Hola queridos.


Antes de comenzar, quiero que cierren los ojos un momento. Solo un instante. No tengan miedo.


¿Ya? Ahora, viajen conmigo.


Era una niña. Una niña con dos colas de cabello sujetas con ligas que tenían unas pequeñas bambalinas color rosa. Llevaba un vestido de cuello redondo, con flores tejidas y un bordado de panal en el pecho. Abajo, un pantalón corto amarillo con rayas blancas y vivos blancos. Unos zapatos de goma y tela amarilla, con cordones blancos. Y estaba lista.


Bajé al jardín del edificio de enfrente. Había cayenas, rosas bebés amarillas, malojillos y otras peculiaridades de la naturaleza. Y allí, en medio de ese pequeño mundo verde y vibrante, mi mente recreaba e imaginaba mi propio espectáculo.


Esa niña soy yo. Esa niña es también, quizás, algo de ustedes.


No estamos aquí únicamente para escuchar poemas. Estamos aquí para recordar. Para permitir que, en el silencio entre una palabra y otra, se abra una grieta en el tiempo… y por ella se cuele el aroma del malojillo, el zumbido de un abejorro, el aleteo de una mariposa que creímos olvidada.


Los textos que compartiré con ustedes esta noche son mapas de esa geografía íntima. No hablan solo de la primavera: hablan de la memoria orgánica que la primavera despierta. Hablan del amor no como conquista, sino como polinización involuntaria. De lo que pudo ser y no fue… y de cómo esa sombra nos define más que la luz que sí alcanzamos.


Este ciclo se titula Geografías de la Memoria, y es un viaje de cuatro estaciones:


La Grieta en el Tiempo

La Polinización del Dicho

El Universo en Paréntesis

La Anatomía del Asombro


No les pido que los entiendan con la mente.

Les ruego que los sientan con la misma punzada con la que yo aún siento el elástico de aquellas ligas rosas en mi cabello.

Con ese peso,dulce y ominoso a la vez, de lo que se ama y ya no está, pero que persiste.


Los invito a que me acompañen.

A que respiremos juntos este aire cargado de polen,de tiempo y de la imborrable fragancia de lo que una vez fuimos.


Comenzamos.


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I. La Grieta en el Tiempo.


La primavera no llega: se incrusta.

Una grieta verde en la costra del tiempo,

y en el pecho,un latido antiguo se extravía.

Es el organismo del mundo desbordándose en una sola humedad.

Todo es savia y memoria.

Y de pronto,el camino se bifurca:

no es el sendero de tierra hacia la casa,

sino la huella de un ala,

un fragor amarillo que danzaba sobre el malojillo.

(La niña que fui,quieta, con el universo suspendido en la pupila).

Ese fue el mapa verdadero,el hechizo primal:

la mariposa colorada y la amarilla,

tejiendo el aire en una danza sin promesa,

puro instante,puro gozo sin testigo.

¿Acaso no era eso el amor en su estado salvaje?

Antes de que la palabra lo nombrara y lo cazara.


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II. La Polinización del Dicho.


La mariposa es un corazón con alas.

Bebe el temblor de las flores,lo transmuta en vuelo,

y en ese ir y venir,sin querer, fecunda el mundo.

He aquí la paradoja orgánica:

su belleza es un accidente necesario para la continuidad.

Amar es también eso:

ser vehículo involuntario de algo más grande que uno.

Dejar una parte de polen dorado en otro,

y llevarse,para siempre, la mancha de un color ajeno.

¿O fue al revés?

¿Fuimos nosotros el jardín que ellas polinizaron con nostalgia?

Ahora,en esta primavera de adulto,

busco en cada aleteo esa verdad efímera.

No la encuentro.

Solo el suspenso de lo que pudo ser y no fue,

un fruto que nunca cuajó en la rama.

Y el zumbido de lo que queda por venir.


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III. El Universo en Paréntesis


(Y en el intermedio de este respirar,

un universo paralelo se entreabre:

¿Y si en vez de observar,hubiese volado?

¿Si esa niña,en un acto de fe, hubiese perseguido

el zigzag de las alas coloradas hacia el cerro?

No este yo,aquí, de pie, midiendo la distancia con razón.

Sino otro yo,hecho de viento y sol,

con el rastro de polen en la mejilla.

Un amor que no conquista,porque es libre.

Un recuerdo que no duele,porque se vive siempre por primera vez.

El paréntesis se cierra.

Solo fue un segundo.

El aroma de un cafeto en flor lo desató,

y el rumor de un abejorro lo selló con su eco.)


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IV. La Anatomía del Asombro


No es que las mariposas hayan cambiado.

Son las mismas.Las de alas de terciopelo amarillo,

las coloradas como heridas abiertas en el aire.

Somos nosotros los que evolucionamos hacia atrás,

hacia la simpleza del asombro.

La primavera humanizada no es una metáfora:

es el cuerpo que,al fin, se recuerda parte del jardín.

Es el amor que deja de ser conquista

para ser complicidad con la luz.

No te conquisto.

Te recuerdo.

Como se recuerda el olor a tierra mojada después del aguacero.

Como se recuerda el trazo de aquel primer vuelo.

Y en ese recordar,que es un acto de amor orgánico,

nos volvemos,por fin, el mejor poema:

uno que no se escribe,se vive.

Uno que cualquier niña,en cualquier abril del mundo,

observaría en silencio,sintiendo el ominoso y dulce peso del tiempo.


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Comentario de la autora:


Estos poemas no me pertenecen ya.

Los escribí con la tierra de mis propias grietas,

con el polen de una nostalgia que no me soltaba,

pero ahora son de ustedes.


Cada vez que alguien lee "La Grieta en el Tiempo"

y recuerda su propia mariposa amarilla,

el poema se vuelve verdad de nuevo.

Cada vez que alguien siente el"ominoso y dulce peso del tiempo",

la paradoja se hace carne en otro cuerpo.


Este ciclo—Geografías de la Memoria—

no es un recorrido por mi pasado,

sino un espejo puesto frente a los nuestros.

¿Quién no ha mirado atrás y ha visto

ese instante en que todo pudo ser distinto?

¿Quién no ha sentido que el amor,

en su estado más puro,

es más cercano al vuelo de un insecto que a una promesa?


Yo solo armé las palabras

como quien junta pedazos de un mapa quemado.

Ustedes son quienes lo recorren

y le devuelven el sentido.


Queden, pues, con estas geografías.

Guarden estos versos donde guardan lo que no se dice,

pero se siente:

en el pliegue del alma donde duele y enamora a la vez.


Gracias por leer no solo lo que escribí,

sino lo que callé entre línea y línea.

El verdadero poema—ya lo saben—

siempre ocurre en la respiración de quien lo recibe.


— Con complicidad y gratitud,

La autora, Norma Cecilia Acosta Manzanares.

Caracas, 21 de octubre de 2023.




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