sábado, 20 de septiembre de 2025

PESO DEL MUNDO.


Título: Peso del Mundo.

Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

Caracas, Venezuela.


​El norte y sus tratados de papel dorado,

el sur con su silencio de escombros.

La izquierda susurra justicia en viejos sueños,

la derecha impone su silencio de armas.

¿Y el centro?

El centro es el cuerpo que recibe cada bala,

pero nunca la respuesta,

solo el eco de un grito que el mundo no escucha.

​Nos hablaron de paz en salones pulidos,

pero la paz tiene ojivas que laten,

y el hambre es su protocolo, su letra pequeña.

Nos dijeron que la pobreza es un problema,

pero es un arma:

biológica, sin sonido, letal.

Te mata sin que tiemble el aire,

te entierra sin tumba,

te borra sin dejar un nombre,

como un suspiro que el viento se llevó.

​Hay más bombas que migajas en las mesas,

más discursos que el pulso de la vida,

más fronteras en la mente que abrazos en el alma.

La humanidad no se divide en ideologías,

se divide en estómagos saciados

y estómagos que aprenden a callar,

a sobrevivir sin orgullo,

a existir sin poder respirar.

​El hambre no es un vacío,

es una estrategia.

No te nutre,

te domestica.

No te mata de golpe,

te enseña a vivir sin dignidad,

a agradecer las sobras

y a olvidar el sabor de la libertad.

​Y mientras tanto,

la paz se vende en vallas que prometen,

con sonrisas de niños que no saben

que las cámaras se apagan

y el arroz nunca llega a su plato.

Sonrisas que se vuelven ceniza

en el silencio de las noches sin estrellas.

​Este poema no busca quién tiene la culpa,

busca quiénes son los testigos.

No pide respuestas,

quiere que no se olvide,

que el dolor no se pierda en el eco del tiempo,

el dolor de aquellos que llevan el peso del mundo

sin que nadie les pregunte cómo están.





La Paz Que No Me Apunta.


Pintura:  "La creación... De la paz" del artista plástico Alejandro Costas. 



Título: La Paz Que No Me Apunta.

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

Caracas, Venezuela.



Me prometieron una patria de himno y bandera,

pero el eco de sus voces se ahogó en mi estómago vacío.



Me juraron paz entre uniformes y botines pulidos,

pero solo la hallé en el temblor de un cuerpo herido,

en la grieta donde anida el miedo sin disfraz.


La bandera flamea sobre el hueco de un disparo,

un vacío que sabe a pan robado.

El "enemigo" grita desde la pantalla encendida,

mientras el verdadero ladrón de calma

ronca en la acera de al lado,

tan vacío y quebrado como yo.


¿Quién defiende a quien de su propio defensor?


No me hablen de defensa si este cuerpo se desmorona

por sed que no sacia,

por luz que no llega,

por ausencias que pesan más que cualquier fusil.


La pistola que dicen me protege

me apunta cuando cuestiono.

La voz que dice guiarme

me silencia cuando nombro mi hambre.


No quiero una paz con olor a pólvora,

quiero una paz con sabor a arroz en el plato,

a insulina en las venas,

a la certeza de que mi hijo no morirá

esperando lo que nunca llega.


La patria no se defiende con balas,

se defiende con humanidad que no selecciona,

con techos que resisten la lluvia y la indiferencia,

con niños que aprenden palabras antes que silencios.


Si esta es la paz que me ofrecen,

prefiero el grito honesto de la calle.

Si esta es la patria que dibujaron,

devuélvanme la piel que tenía

antes de que el mundo me enseñara a sangrar.


PESO DEL MUNDO.

Título: Peso del Mundo. Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares. Caracas, Venezuela. ​El norte y sus tratados de papel dorado, el sur con su...