sábado, 12 de octubre de 2024

GABRIEL Y LAS TONINAS

 GABRIEL Y LAS TONINAS.


En un pequeño pueblo, donde un río cristalino refleja la alegría de la infancia, "Gabriel y las Toninas" nos invita a explorar la conexión vital entre los seres humanos y la naturaleza. A través de Gabriel, un niño curioso, descubrimos la importancia de cuidar nuestro entorno y el impacto que nuestras acciones pueden tener en el ecosistema.La fascinación de Gabriel por las toninas, delfines de agua dulce, lo lleva a movilizar a sus amigos para proteger su hogar. Esta historia es un recordatorio de que, con determinación y trabajo en equipo, incluso los más pequeños pueden generar un cambio significativo.Sumérgete en esta inspiradora aventura y descubre cómo el amor por la naturaleza puede despertar la conciencia ambiental en todos nosotros.


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Título: Gabriel y las Toninas

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

País: Venezuela.

Derechos Reservados.


En un pequeño pueblo a orillas de un río cristalino, vivía un niño llamado Gabriel. Desde que era muy pequeño, Gabriel había sentido una conexión especial con la naturaleza. Pasaba horas explorando el bosque y observando la vida en el agua. Sin embargo, lo que más le fascinaba eran las toninas, esos delfines de agua dulce que nadaban en el río.


Cada mañana, Gabriel se despertaba temprano para ir al muelle y ver a las toninas saltar y jugar en el agua. Sus risas resonaban en el aire mientras los animales danzaban, creando una sinfonía de alegría. Gabriel soñaba con poder nadar con ellas algún día.


Un día, mientras observaba a las toninas, notó algo preocupante. El agua del río estaba más turbia de lo habitual, y había basura flotando en la superficie. Gabriel se sintió triste y decidió que debía hacer algo al respecto. Recordó las historias que su abuelo le contaba sobre cómo los ríos eran el hogar de muchos seres vivos y que todos tenían un papel importante en el ecosistema.


Esa tarde, Gabriel reunió a sus amigos en el parque. Les habló sobre las toninas y su hogar en el río. "Si no cuidamos el río, las toninas podrían desaparecer", les dijo con preocupación. Sus amigos, emocionados, decidieron ayudarlo. Juntos, planearon una gran limpieza del río.


El fin de semana llegó, y con él, un grupo de niños entusiastas armados con guantes y bolsas de basura. Se dirigieron al río y comenzaron a recoger toda la basura que encontraban. Con cada bolsa llena, Gabriel sentía que estaba haciendo algo importante. Los niños reían y se animaban mutuamente, disfrutando del tiempo juntos mientras cuidaban de su querido río.


Después de varias horas de trabajo, el río brillaba nuevamente. Gabriel se sintió orgulloso de lo que habían logrado. De repente, mientras miraban el agua reluciente, un grupo de toninas apareció, saltando y jugando, como si estuvieran agradecidas por el esfuerzo de los niños. Gabriel sonrió y sintió que su corazón se llenaba de alegría.


A partir de ese día, Gabriel y sus amigos se comprometieron a cuidar el río y a educar a otros sobre la importancia de proteger el medio ambiente. Organizaron limpiezas mensuales y compartieron su historia con el resto del pueblo. Con el tiempo, más personas se unieron a su causa, y el río se convirtió en un lugar limpio y seguro para las toninas y todos los seres que allí habitaban.


Gabriel aprendió que, aunque era solo un niño, podía hacer una gran diferencia. Y cada vez que veía a las toninas saltar en el río, sabía que su esfuerzo valía la pena.


Y aunque el cuento llega a su fin, la misión de cuidar a las toninas apenas comienza, en nuestros corazones y acciones.




A MI TÍA PILI

 MI NIÑA TE ESCRIBE 

A MI TÍA PILI.

En mis memorias, donde las letras danzan como hojas al viento, se encuentra mi tía Pili, la maestra que iluminó mi camino hacia el lenguaje. Su mesa redonda, un refugio de sabiduría, era el escenario donde cada palabra cobraba vida, y yo, una niña curiosa, me sentaba con los ojos llenos de asombro.

Con una paciencia infinita, ella desnudaba el misterio de las palabras, enseñándome que en cada sinónimo y antónimo se escondía un universo por descubrir. Recuerdo su voz suave, como un susurro que acariciaba mis pensamientos, llevándome a explorar la magia de la hipérbole, donde la realidad se transformaba en poesía.

Ella entendía mi silencio, ese que a veces parecía un abismo, y con su amor logró acercarse a mi mundo interior. Con cada lección, me enseñó a plasmar mis emociones en un cuaderno, a dar forma a mis pensamientos, a entender que mi déficit de atención no era una limitación, sino una oportunidad para ver el mundo desde perspectivas únicas.

Hoy, al mirar la foto de mi tía Pili, sonriente y llena de vida, siento que su legado sigue vivo en mí. Cada palabra que escribo es un homenaje a su dedicación, a su capacidad de ver más allá de lo evidente y a su creencia en el poder transformador del lenguaje. Ella fue la brújula que me guió en el vasto océano de las letras, y por siempre le estaré agradecida.

Y así, en este viaje de palabras, surge la figura de mi niña, un reflejo de esa curiosidad que mi tía cultivó en mí. Ella florece como una mariposa de colores vibrantes, su risa un canto de pájaros al amanecer, una melodía que despierta la alegría en cada rincón. Su curiosidad, un río caudaloso, fluye sin cesar, arrastrando preguntas que brotan como flores silvestres, ansiosas por ser respondidas.

Es un alma inquieta, un torbellino de energía que danza entre los sueños y la realidad. Su imaginación, un vasto océano, navega en barcos de papel, surcando mares de fantasía donde los dragones son amigos y las estrellas sus cómplices. En su mente, cada historia es un universo en expansión, donde las palabras son constelaciones que iluminan su camino.

Su corazón, un faro resplandeciente, irradia bondad y ternura. Con una mirada, puede transformar la tristeza en esperanza, como el sol que acaricia la tierra después de la tormenta. Es una exploradora de emociones, capaz de sentir la brisa suave de la felicidad y el peso de la melancolía, todo con la misma intensidad.

A veces, su espíritu es un volcán en erupción, lleno de pasiones que brotan como lava ardiente, desbordando creatividad y entusiasmo. Su risa contagiosa, un eco de alegría, se convierte en un abrazo cálido que envuelve a quienes la rodean, dejando una estela de luz en el aire.

Y aunque a veces su mente vuela como un pájaro libre, distraída por los destellos del mundo, en su interior guarda un profundo océano de reflexión. Cada pensamiento es una perla, brillante y única, que ella cultiva con cuidado, transformando su déficit de atención en una danza de ideas que fluyen como un río de colores.

Así, en este lienzo de recuerdos y emociones, mi niña se convierte en un poema en movimiento, una obra de arte viviente que nos recuerda que la vida es un vasto universo lleno de posibilidades, esperando ser explorado con la misma pasión que mi tía Pili me enseñó a abrazar.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

12 de Octubre del 2024.


¿QUÉ NO SE HA DICHO? ©

 ¿QUÉ NO SE HA DICHO? © Todos los derechos reservados Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares País: Venezuela Tema: Día Internacional contra...