GABRIEL Y LAS TONINAS

 GABRIEL Y LAS TONINAS.


En un pequeño pueblo, donde un río cristalino refleja la alegría de la infancia, "Gabriel y las Toninas" nos invita a explorar la conexión vital entre los seres humanos y la naturaleza. A través de Gabriel, un niño curioso, descubrimos la importancia de cuidar nuestro entorno y el impacto que nuestras acciones pueden tener en el ecosistema.La fascinación de Gabriel por las toninas, delfines de agua dulce, lo lleva a movilizar a sus amigos para proteger su hogar. Esta historia es un recordatorio de que, con determinación y trabajo en equipo, incluso los más pequeños pueden generar un cambio significativo.Sumérgete en esta inspiradora aventura y descubre cómo el amor por la naturaleza puede despertar la conciencia ambiental en todos nosotros.


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Título: Gabriel y las Toninas

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

País: Venezuela.

Derechos Reservados.


En un pequeño pueblo a orillas de un río cristalino, vivía un niño llamado Gabriel. Desde que era muy pequeño, Gabriel había sentido una conexión especial con la naturaleza. Pasaba horas explorando el bosque y observando la vida en el agua. Sin embargo, lo que más le fascinaba eran las toninas, esos delfines de agua dulce que nadaban en el río.


Cada mañana, Gabriel se despertaba temprano para ir al muelle y ver a las toninas saltar y jugar en el agua. Sus risas resonaban en el aire mientras los animales danzaban, creando una sinfonía de alegría. Gabriel soñaba con poder nadar con ellas algún día.


Un día, mientras observaba a las toninas, notó algo preocupante. El agua del río estaba más turbia de lo habitual, y había basura flotando en la superficie. Gabriel se sintió triste y decidió que debía hacer algo al respecto. Recordó las historias que su abuelo le contaba sobre cómo los ríos eran el hogar de muchos seres vivos y que todos tenían un papel importante en el ecosistema.


Esa tarde, Gabriel reunió a sus amigos en el parque. Les habló sobre las toninas y su hogar en el río. "Si no cuidamos el río, las toninas podrían desaparecer", les dijo con preocupación. Sus amigos, emocionados, decidieron ayudarlo. Juntos, planearon una gran limpieza del río.


El fin de semana llegó, y con él, un grupo de niños entusiastas armados con guantes y bolsas de basura. Se dirigieron al río y comenzaron a recoger toda la basura que encontraban. Con cada bolsa llena, Gabriel sentía que estaba haciendo algo importante. Los niños reían y se animaban mutuamente, disfrutando del tiempo juntos mientras cuidaban de su querido río.


Después de varias horas de trabajo, el río brillaba nuevamente. Gabriel se sintió orgulloso de lo que habían logrado. De repente, mientras miraban el agua reluciente, un grupo de toninas apareció, saltando y jugando, como si estuvieran agradecidas por el esfuerzo de los niños. Gabriel sonrió y sintió que su corazón se llenaba de alegría.


A partir de ese día, Gabriel y sus amigos se comprometieron a cuidar el río y a educar a otros sobre la importancia de proteger el medio ambiente. Organizaron limpiezas mensuales y compartieron su historia con el resto del pueblo. Con el tiempo, más personas se unieron a su causa, y el río se convirtió en un lugar limpio y seguro para las toninas y todos los seres que allí habitaban.


Gabriel aprendió que, aunque era solo un niño, podía hacer una gran diferencia. Y cada vez que veía a las toninas saltar en el río, sabía que su esfuerzo valía la pena.


Y aunque el cuento llega a su fin, la misión de cuidar a las toninas apenas comienza, en nuestros corazones y acciones.




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