LA CIZAÑA Y EL TRIGO
Introducción a “La Cizaña y el Trigo”
En un rincón del mundo donde la naturaleza despliega su esplendor, se encuentra un vasto campo de trigos dorados. Bajo la cálida caricia del sol, cada espiga se alza con orgullo, formando una comunidad vibrante y llena de vida.
Sin embargo, la paz de este idílico paisaje se ve amenazada cuando una oscura cizaña de Granada irrumpe en la escena, trayendo consigo el caos y la desolación. Lo que sigue es una historia de valentía y resistencia, donde los trigos, inspirados por la fuerza de uno de sus compañeros, deciden unirse y luchar contra la adversidad.
“La Cizaña y el Trigo” es un cuento que nos invita a reflexionar sobre la importancia de la unidad y la esperanza en tiempos difíciles. A través de la lucha de los trigos y la ayuda de las abejas y el viento, descubrimos que incluso en los momentos más oscuros, la comunidad y la determinación pueden transformar el dolor en fuerza y renovación.
Te invito a adentrarte en esta conmovedora historia y a dejarte inspirar por la resiliencia y el espíritu indomable de los trigos dorados. Descubre cómo, juntos, pueden superar cualquier obstáculo y florecer nuevamente bajo la luz del sol.
Norma Cecilia Acosta Manzanares.
LA CIZAÑA Y EL TRIGO.
En un vasto campo de trigos dorados, donde la luz del sol acariciaba cada espiga, la vida florecía en armonía. Los trigos, erguidos y vibrantes, trabajaban en comunidad, entrelazando sus raíces para dar vida a nuevos brotes. Las abejas, con su zumbido alegre, danzaban entre las flores, polinizando con dedicación mientras los trigos se mecía suavemente al compás del viento.El aire fresco traía consigo el susurro de promesas y la fragancia de la tierra fértil. Todo parecía un retrato de paz y prosperidad, hasta que un día, una oscura cizaña de Granada irrumpió en el campo. Su llegada fue como una sombra que se cernía sobre la belleza, transformando la escena en un caos inminente. Comenzó a cortar y a cortar, cizañando sin compasión.Mientras los otros trigos observaban, se llenaron de miedo. ¿Cómo podían sus compañeros ser arrancados así, uno tras otro?
En las tribus, los trigos caían al piso, debilitados y desolados. Sin embargo, en medio de la desesperación, uno de los trigos más fuertes se alzó y dijo:—No podemos dejar que esto nos destruya. Debemos unir nuestras raíces y resistir.
Los demás trigos, inspirados por la valentía de su compañero, comenzaron a murmurar entre sí. La determinación creció en sus corazones, y decidieron que no se dejarían vencer tan fácilmente. Con cada día que pasaba, aunque algunos seguían cayendo, los trigos que quedaban se esforzaban por crecer más altos y más fuertes. Sus espigas, doradas por el sol, brillaban con un nuevo fervor.Las abejas, testigos del sufrimiento, también se unieron a la causa. Polinizaban con mayor fervor, ayudando a que nuevos brotes surgieran entre las sombras de la cizaña. El viento, que antes solo acariciaba suavemente, ahora soplaba con fuerza, llevando consigo las semillas de esperanza y renovando el espíritu de lucha entre los trigos. Con cada corte de la cizaña, los trigos aprendieron a apoyarse unos a otros. Se entrelazaban, formando una red de resistencia que hacía frente al avance implacable de la maleza. Aunque algunos caían, su sacrificio no sería en vano; las raíces de la comunidad se fortalecían y, de cada espiga que se alzaba, brotaban nuevas esperanzas.Con el tiempo, la cizaña, confiada en su poder, comenzó a descuidar su ataque. Los trigos, en cambio, se habían vuelto más astutos y decididos.
Aprovechando su momento, comenzaron a crecer en número y fuerza, llenando los espacios vacíos que la cizaña había dejado atrás.Finalmente, un día, la cizaña, agotada por su propia voracidad, comenzó a retroceder. Los trigos, aunque marcados por la batalla, se mantenían firmes, más fuertes que nunca. La luz del sol brillaba intensamente sobre ellos, y el campo dorado, aunque herido, floreció nuevamente. Cada espiga danzaba al viento, recordando a todos que, incluso en la adversidad, la unión y la resistencia pueden transformar el dolor en fuerza.Así, el campo se convirtió en un símbolo de esperanza y renovación, donde la comunidad de trigos aprendió que, juntos, podían superar cualquier obstáculo. Y mientras el viento seguía soplando, llevándose las historias de lucha y triunfo, los trigos se alzaban orgullosos, listos para enfrentar lo que viniera.
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Caracas-Venezuela.
14 de julio 2023.
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