lunes, 11 de febrero de 2013

LA MIRADA ECLIPSADA DE LUNA




Había una vez, un joven llamado Pedro que caminaba por el parque aburrido y en su recorrido consiguió a un perrito que estaba mal herido, no tenía nombre, era marrón de pelaje muy corto, la cola más grande que sus patas, su cabecita prolongada y tenía ojos de luna eclipsada. El joven Pedro lo miró con ternura, con mucha delicadeza lo arrulló entre su pecho para llevarlo a su casa y curarlo; cuando entro a su vivienda su papá lo vio y le dijo:
- ¿Pedro que haces con ese animal? ¡Sabes que no me gustan los perros!
- Pedro le respondió - papá lo conseguí en el parque y quiero curarlo, el necesita de alguien como yo ¿podría yo quedármelo? ¡Por favor!
- ¡No! y no puedes- responde su padre enfurecido
- Pero papá te lo pido, siempre he querido un perro, déjame tenerlo. Le dice el joven Pedro con ojos entristecido.
- Pues no ya te dije, ese perro mal oliente no entrará en esta casa desásete de el- Exclama el papá de Pedro. 
- Pero papá tu sabes que es lo que yo más he querido - le responde Pedro.
- Papá nada ya, te hable y no me interesa lo que tu digas, acá en esta casa mando yo y punto - el padre de Pedro lo regaña sin interesarle el sentimiento y el anhelo de su hijo.
- Pedro en su intento de convencerlo le responde - Pero papá que voy hacer, si lo dejo entonces se morirá, nadie lo va querer, solo yo.
– Su padre le interrumpe y le grita - ¡que te dije!
- Pedro le sigue insistiendo con lagrimas en sus ojos - El estaba solo tirado en el parque esperándome para cuidarlo, la gente pasaba y no lo miraba, solo yo lo descubrí, te prometo que Luna, si, si, si….!así se llama! le vez sus ojos, son eclipsados, ¡A ti te gusta la luna papá! ¿Verdad que si? luna no te ensuciara la casa, no te arruinara nada, me encargare te juro que ni te molestará. 
- ¡Te dije que no! No puede ser posible que ese perro te haga rebelde a mis instrucciones, soy tu padre y tu me obedeces ¡Vete ya! Déjalo que se muera ya esta herido es un perro feo y pulgoso y no me interesa si sufre o no. Ya hasta molesto estoy por tu falta de respeto, sabes que no puedo molestarme, tú jamás me has contradicho ¡ahora! que sea la última vez que me traigas un animal – Le grito el padre de Pedro.
Nunca el padre de Pedro había sido tan cruel, la rudeza de su trato hacia su hijo el joven Pedro, lo había llevado a una solución equivocada y para aquel joven que una vez escuchó ese no tan imperativo, le causo mucho desconcierto, Pedro sintió como si le hundiera una piedra en su cabeza. Ese padre que para el joven Pedro era grande, se convirtió en la confusión de un sentimiento desacertado.
A través de sus lágrimas vio la imagen borrosa de la mirada eclipsada de Luna, fallecer entre sus manos y liadas entre su frágil nuca, fueron esas mismas manos que una vez lo arrulló con la esperanza de aliviarlo……………………..

*********FIN*********

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Caracas, 11 de Febrero del 2013.
Micro Cuentos Juveniles. 
Fotografíahttp://farm7.staticflickr.com/6067/6075324208_0f9890f67d_z.jpg

domingo, 3 de febrero de 2013

SOLEDAD



Soledad resuella cuantas veces me acompañas
En las noches de conquistas frías y lejanas,
No tienes cara, ni cuerpo ni delicadeza
¡Ingrata! solo te haces sentir con la tristeza

Daga de ecos impío ¡Oh Quiero ver a mi amado¡
Con reflejos contemplo su lunar alumbrado;
Illuminati  noches y efímeras me empaña
Alentándome siempre con un nuevo mañana.

Contemplo tus lagrimas caer por la ventana
Noches de luna llena  y soledad aturdida
Rezando que resurja ya, tan ansiada vida.

Con mis respiraciones eclipso la ventana
Y luego la luna resurge brillando y tercia
Aclarando siempre tu imagen en mi memoria.
AUTOR: NORMA CECILIA ACOSTA MANZANARES
CARACAS, 03 DE FEBRERO DEL 2013.

A TI HERMANO


Hermano de mi alma compañeros de recreo
También de birras e insuperables bailoteo
Tus venas mi sangre, facsímil de nuestro padre
Los ojos llenos y devotos de nuestra madre.

Recuerdo de niños con juegos inmemorables
Y esas películas que siempre te vacilabas
! La serie del avispón verde! fue muy loable
Y con creativa, tus juguetes yo rayaba.

De aquellas ocurrencias colmadas de inocencia
Recuerdas el juego, quien comía más cambures
Y aquel dolor de estómagos que nos producía.

Hoy en tu aniversario colmado de madures,
Agradecida estoy de contar siempre contigo
No eres solo mi hermanito, eres un buen amigo.
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Caracas, 29 de Enero del 2013.

Soneto de Ternuras y Cristales





Soneto inspirado en el poema “Tazas de Cristales”
A: Marcantonio De Oliveira


El amor que dosifica esas tazas de flora
Aromáticas y relajante a la existencia
Con regocijo brillantes que impregna la aurora
Realzando la poesía con su presencia.

Manos de ternuras adormecen  la cintura
Calmándola en suave calor y alivio de seda
Dosis de alquimia curan las heridas del cuerpo
Con manos de jardinero y almizcle de rosas.

Profesar en tus ojos cristalinos la luna
Y  erguir la gloria cuan fiesta de quinceañeros
Llenándolos con ricas finezas de luceros.

Brindando con tu alma cristalina de fragancia
Se escucha la noche colmada de melodía
Llenando la copa de lirio y brillo de luna.

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Caracas, 27 de Enero del 2013.

OBRA DE TEATRO LAS HOJAS SUELTAS


PERSONAJES

- **LA MADRE**
- **JESÚS**
- **LA MUERTE**

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ACTO PRIMERO

(Un árbol con hojas amarillentas se erige en el centro de un jardín desolado. Un gran jarrón de arcilla, con pocas flores marchitas, está a su lado. JESÚS aparece, toma una flor del árbol y, al intentar bajar, se resbala. LA MADRE lo observa con preocupación.)

**JESÚS**  
(Se levanta y se acerca a su madre)  
Madre.

**MADRE**  
¿Estás bien?

**JESÚS**  
Sí, estoy bien, pero debo irme.

**MADRE**  
¿Te vas? ¿A dónde?

**JESÚS**  
No lo sé... algo no está bien.

**MADRE**  
(Con mirada profunda)  
¿Qué harás? ¡Tengo miedo, hijo!

**JESÚS**  
(Con voz triste)  
Iré a rezar por ti.

**MADRE**  
(El árbol suelta hojas que caen sobre ella, simbolizando el paso deltiempo)  
¡Deseo que descanses en paz! ¡Vete, vete ya!  
Mañana será lo mismo.

**JESÚS**  
(Con las manos en la cabeza, moviéndolas de lado a lado)  
¡Qué nos pasa!

**MADRE**  
(Con voz lejana)  
Si yo naciera de nuevo...  
Y tuviera que vivir esta condena,  
Ver morir a tu padre sin que tú nacieras...  
Lo dejaría partir.  
¡No es justo verte así!  
Amamantar con tristeza,  
Debí darte más alegría que pena.

**JESÚS**  
(Se arrodilla ante ella, recogiendo las hojas del suelo)  
Yo nací en tu vientre, soñando con el mar.  
Mientras me alimentabas,  
Mi mente volaba como una estrella.  
Tú nadabas entre hojas sueltas,  
Y yo pensaba en la belleza de la arena,  
Haciendo castillos de perlas  
Para calmar la tristeza.

**MADRE**  
(Reclinándose en la sombra del árbol, piensa en voz alta)  
¿Puedes darme paz?  
Estoy atada a este recuerdo,  
Peor que el exilio...  
¡Vete ya! ¿Mañana volverás?  
¡Ruego que no!  
Solo al verte me entristezco.  
Quizá me estoy volviendo loca,  
Y tú, sin querer abandonarme,  
Y yo, sin dejarte ir.

**JESÚS**  
(Con voz fuerte al inicio, luego pausada)  
¿Qué piensas de mí?  
¿Es un pecado seguir aquí?  
¿Temes a la pena?  
Desearía que dejaras de sufrir.  

Deja la pena y descansa serena.  
Te llenaría de nardos blancos,  
También te daría una azucena,  
Brillando como nácar en la luna,  
Para calmar tu tristeza.

**MADRE**  
(Con profundo silencio, se aparta de la mirada de Jesús)  
Solo las hojas sueltas danzan con el viento.

**JESÚS**  
(Mirando la noche profunda, se acerca al árbol y recita un soneto)  
Siempre eres tú, viejo amigo,  
Recuerdo cuando llegaste a mis manos,  
Eras el guardián de este jardín,  
Que ahora está desolado y triste.

SONETO DEL ÁRBOL

Dócil árbol que en el viento danzabas,  
con tus ramas me brindabas compañía,  
en la infancia, mi refugio y alegría,  
en tus hojas, mis sueños se posaban.  

Eras sombra en días que anhelaba,  
centinela de mi infancia y armonía,  
en tu tronco hallé paz y fantasía,  
y en tu ser, la vida que amaba.  

Hoy tus hojas caen, un ciclo que duele,  
el tiempo lleva consigo lo amado,  
y en el suelo se apilan los recuerdos.  

Mas en cada caída, el alma se eleve,  
pues aunque el otoño haya llegado,  
tu esencia perdura en mis pensamientos.

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ACTO SEGUNDO

(El árbol deja caer más hojas amarillas. A un lado, un santuario lleno de luz se destaca.)

**JESÚS**  
(Se arrodilla y exclama con fervor)  
¡Tenía miedo de no hallarte, Gloria!  
Y no poder ver tu luz de alegría,  
Las amarillas hojas enardecidas,  
Con mejillas plenas y coloridas.  

El miedo de no oírte más cantar,  
La dócil voz que con el viento trina,  
Apacible onda de ave bizantina,  
Llena el sueño, alientas mi despertar.  

Bendita flor, tu belleza me doma,  
Con suave alabanza del peregrino,  
Tan especial, la joya del camino.  
Eres el alma de nácar y aroma,  
Como guerrero de luz y victoria,  
Danzando en laurel por amarte, Gloria.

**MADRE**  
(Se acerca al santuario, entristecida)  
Busco revivir en tus recuerdos, hijo.  
Hoy desperté sin tristeza,  
Pero sufro tu partida.  
Déjame ser franca:  
Me dejas sin alegrías.  
No tengo la esperanza perdida,  
De tras de ti se fue mi vida.  

Te arrullé en la cuna de mi vientre,  
Te parí con dolor,  
Y tú, ya nacido, buscabas puerto.  
Ahora te recuerdo con amor.  
Si llorar quiero,  
Arropada muero por tu amor.  

El día que muera será de otoño,  
Tendré luz en el alma de mi hijo.  
El árbol florecerá con ansia,  
En el invierno de sus ojos.  
El asilo con flores de loto,  
La primavera se colmará de cobijo.  
El recuerdo de mi risa jovial,  
Con las flores, los epitafios se adornarán.

**JESÚS**  
(Vuelve la mirada y se da cuenta de que su madre está en el santuario)  
¿Madre, qué haces aquí?

**MADRE**  
Nunca Dios te ha abandonado.  
Deja que el árbol enverdezca  
Y no cuentes las hojas sueltas.

**JESÚS**  
¿Sería mucho pedir que me abraces?  
Eso es lo que quiero,  
Y de ti siento lo mismo.  
Nos dará fortaleza.  
Tú serás siempre mi madre,  
Yo siempre te tendré presente.

**MADRE**  
(Entristecida, exclama mirando al cielo)  
Oh, Dios, solo harás el milagro  
De sentir tu calor en mi memoria.  
Rezar solo me queda  
Para no volverme loca.  
Oh, Gloria santísima,  
Que siempre me escuchas,  
Devuélveme a mi hijo.  
Mi alegría es solo suya...

**JESÚS**  
(Con ojos tristes y voz frágil)  
Abrázame, madre,  
Que yo también tengo brazos dulces para ti.

**LA MUERTE**  
(Aparece en el santuario y camina hacia ellos, se escucha música suave, un violonchelo que acompaña el momento.)
Cuando cambias la forma de ver las cosas,  
las cosas cambian de forma.

**MADRE**  
¡Oh, ya es hora!

**JESÚS**  
Madre, no te asustes.  
Es un ángel.  
Ya es hora de que partas.

**MADRE**  
¿Partir yo? ¿Cómo?  
¡No estoy lista!

**LA MUERTE**  
He venido a buscarlos.  
Ustedes ya no pertenecen a este mundo.  
Ambos dejaron sus cuerpos  
Y ahora son almas perdidas.  
Ya saben por qué estoy aquí,  
En este santuario lleno de luz.

**JESÚS**  
(Confundido, camina de un lado a otro)  
¿Qué dices?  
¿Yo también he muerto?  
¿Cómo fue? No lo recuerdo.

**MADRE**  
(Sentada, exclama con voz angustiada)  
Hijo, he rezado para que descanses en paz.  
¡Y de mí, no sé qué me pasó!

**LA MUERTE**  
(Responde con voz persuasiva)  
SONETO AL EPITAFIO

En aquel árbol, la flor se cortó,  
para la madre que adoraba en vida.  
Él solo pretendía erradicar su pena,  
enalteciendo su esencia, su fragor.  

Los cuerpos perduran bajo el epitafio,  
donde el amor eterno nunca se olvida.  
Aquí reposan los sueños que el tiempo  
no puede borrar, su luz no se apaga.  

Las hojas caen, susurros del pasado,  
y en cada caída, un eco de amor,  
sus almas se aferran a la memoria.  

En este lugar, el silencio es sagrado,  
donde el dolor se encuentra con el clamor,  
y el amor trasciende más allá de la historia.

**MADRE**  
(Se acerca a su hijo, las luces cambian a un tono cálido mientras se abrazan.)
SONETO DEL ABRAZO

Tus abrazos son refugio y consuelo,  
un bálsamo que calma mis temores,  
como el sol que despierta los colores  
en la sombra, donde hallo mi anhelo.  

Eres la luz que disipa el desvelo,  
la melodía que canta en mis flores,  
un lazo fuerte que une corazones,  
y en tu calor, mi tristeza se apela.  

Cuando el mundo se vuelve un laberinto,  
en tus brazos encuentro la salida,  
un espacio donde el alma respira.  

Así, en cada abrazo, un nuevo rito,  
te llevo en mi ser, madre querida,  
nuestros lazos son eternos, sin medida.

**LA MUERTE**
(Observando)
El ciclo nunca termina, solo se transforma.(El jardín comienza a cambiar visualmente, las flores marchitan, pero aún hay destellos de luz.)

**MADRE**
(Con voz reflexiva)
Verte a ti es ver el campo lleno de paz.
(Se separa lentamente)
Es hora, hijo.

**JESÚS**
(Mirando al público)
¿Alguna vez se han sentido atrapados entre dos mundos?
(La música se intensifica mientras JESÚS y LA MADRE se preparan para el adiós.)

**LA MUERTE**  
(Se acerca al público, con voz persuasiva)  
Solo las hojas sueltas danzan con el viento.
(Con voz serena mira a Jesús y le habla)
No hay que temer, hay un nuevo camino.
(Se vuelve hacia la madre)
El amor siempre perdura.
(Las luces se apagan lentamente, dejando un resplandor suave en el escenario.)

FIN

AUTOR: NORMA CECILIA ACOSTA MANZANARES
CARACAS, 26 de enero del 2013.



¿QUÉ NO SE HA DICHO? ©

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