OBRA DE TEATRO LAS HOJAS SUELTAS


PERSONAJES

- **LA MADRE**
- **JESÚS**
- **LA MUERTE**

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ACTO PRIMERO

(Un árbol con hojas amarillentas se erige en el centro de un jardín desolado. Un gran jarrón de arcilla, con pocas flores marchitas, está a su lado. JESÚS aparece, toma una flor del árbol y, al intentar bajar, se resbala. LA MADRE lo observa con preocupación.)

**JESÚS**  
(Se levanta y se acerca a su madre)  
Madre.

**MADRE**  
¿Estás bien?

**JESÚS**  
Sí, estoy bien, pero debo irme.

**MADRE**  
¿Te vas? ¿A dónde?

**JESÚS**  
No lo sé... algo no está bien.

**MADRE**  
(Con mirada profunda)  
¿Qué harás? ¡Tengo miedo, hijo!

**JESÚS**  
(Con voz triste)  
Iré a rezar por ti.

**MADRE**  
(El árbol suelta hojas que caen sobre ella, simbolizando el paso deltiempo)  
¡Deseo que descanses en paz! ¡Vete, vete ya!  
Mañana será lo mismo.

**JESÚS**  
(Con las manos en la cabeza, moviéndolas de lado a lado)  
¡Qué nos pasa!

**MADRE**  
(Con voz lejana)  
Si yo naciera de nuevo...  
Y tuviera que vivir esta condena,  
Ver morir a tu padre sin que tú nacieras...  
Lo dejaría partir.  
¡No es justo verte así!  
Amamantar con tristeza,  
Debí darte más alegría que pena.

**JESÚS**  
(Se arrodilla ante ella, recogiendo las hojas del suelo)  
Yo nací en tu vientre, soñando con el mar.  
Mientras me alimentabas,  
Mi mente volaba como una estrella.  
Tú nadabas entre hojas sueltas,  
Y yo pensaba en la belleza de la arena,  
Haciendo castillos de perlas  
Para calmar la tristeza.

**MADRE**  
(Reclinándose en la sombra del árbol, piensa en voz alta)  
¿Puedes darme paz?  
Estoy atada a este recuerdo,  
Peor que el exilio...  
¡Vete ya! ¿Mañana volverás?  
¡Ruego que no!  
Solo al verte me entristezco.  
Quizá me estoy volviendo loca,  
Y tú, sin querer abandonarme,  
Y yo, sin dejarte ir.

**JESÚS**  
(Con voz fuerte al inicio, luego pausada)  
¿Qué piensas de mí?  
¿Es un pecado seguir aquí?  
¿Temes a la pena?  
Desearía que dejaras de sufrir.  

Deja la pena y descansa serena.  
Te llenaría de nardos blancos,  
También te daría una azucena,  
Brillando como nácar en la luna,  
Para calmar tu tristeza.

**MADRE**  
(Con profundo silencio, se aparta de la mirada de Jesús)  
Solo las hojas sueltas danzan con el viento.

**JESÚS**  
(Mirando la noche profunda, se acerca al árbol y recita un soneto)  
Siempre eres tú, viejo amigo,  
Recuerdo cuando llegaste a mis manos,  
Eras el guardián de este jardín,  
Que ahora está desolado y triste.

SONETO DEL ÁRBOL

Dócil árbol que en el viento danzabas,  
con tus ramas me brindabas compañía,  
en la infancia, mi refugio y alegría,  
en tus hojas, mis sueños se posaban.  

Eras sombra en días que anhelaba,  
centinela de mi infancia y armonía,  
en tu tronco hallé paz y fantasía,  
y en tu ser, la vida que amaba.  

Hoy tus hojas caen, un ciclo que duele,  
el tiempo lleva consigo lo amado,  
y en el suelo se apilan los recuerdos.  

Mas en cada caída, el alma se eleve,  
pues aunque el otoño haya llegado,  
tu esencia perdura en mis pensamientos.

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ACTO SEGUNDO

(El árbol deja caer más hojas amarillas. A un lado, un santuario lleno de luz se destaca.)

**JESÚS**  
(Se arrodilla y exclama con fervor)  
¡Tenía miedo de no hallarte, Gloria!  
Y no poder ver tu luz de alegría,  
Las amarillas hojas enardecidas,  
Con mejillas plenas y coloridas.  

El miedo de no oírte más cantar,  
La dócil voz que con el viento trina,  
Apacible onda de ave bizantina,  
Llena el sueño, alientas mi despertar.  

Bendita flor, tu belleza me doma,  
Con suave alabanza del peregrino,  
Tan especial, la joya del camino.  
Eres el alma de nácar y aroma,  
Como guerrero de luz y victoria,  
Danzando en laurel por amarte, Gloria.

**MADRE**  
(Se acerca al santuario, entristecida)  
Busco revivir en tus recuerdos, hijo.  
Hoy desperté sin tristeza,  
Pero sufro tu partida.  
Déjame ser franca:  
Me dejas sin alegrías.  
No tengo la esperanza perdida,  
De tras de ti se fue mi vida.  

Te arrullé en la cuna de mi vientre,  
Te parí con dolor,  
Y tú, ya nacido, buscabas puerto.  
Ahora te recuerdo con amor.  
Si llorar quiero,  
Arropada muero por tu amor.  

El día que muera será de otoño,  
Tendré luz en el alma de mi hijo.  
El árbol florecerá con ansia,  
En el invierno de sus ojos.  
El asilo con flores de loto,  
La primavera se colmará de cobijo.  
El recuerdo de mi risa jovial,  
Con las flores, los epitafios se adornarán.

**JESÚS**  
(Vuelve la mirada y se da cuenta de que su madre está en el santuario)  
¿Madre, qué haces aquí?

**MADRE**  
Nunca Dios te ha abandonado.  
Deja que el árbol enverdezca  
Y no cuentes las hojas sueltas.

**JESÚS**  
¿Sería mucho pedir que me abraces?  
Eso es lo que quiero,  
Y de ti siento lo mismo.  
Nos dará fortaleza.  
Tú serás siempre mi madre,  
Yo siempre te tendré presente.

**MADRE**  
(Entristecida, exclama mirando al cielo)  
Oh, Dios, solo harás el milagro  
De sentir tu calor en mi memoria.  
Rezar solo me queda  
Para no volverme loca.  
Oh, Gloria santísima,  
Que siempre me escuchas,  
Devuélveme a mi hijo.  
Mi alegría es solo suya...

**JESÚS**  
(Con ojos tristes y voz frágil)  
Abrázame, madre,  
Que yo también tengo brazos dulces para ti.

**LA MUERTE**  
(Aparece en el santuario y camina hacia ellos, se escucha música suave, un violonchelo que acompaña el momento.)
Cuando cambias la forma de ver las cosas,  
las cosas cambian de forma.

**MADRE**  
¡Oh, ya es hora!

**JESÚS**  
Madre, no te asustes.  
Es un ángel.  
Ya es hora de que partas.

**MADRE**  
¿Partir yo? ¿Cómo?  
¡No estoy lista!

**LA MUERTE**  
He venido a buscarlos.  
Ustedes ya no pertenecen a este mundo.  
Ambos dejaron sus cuerpos  
Y ahora son almas perdidas.  
Ya saben por qué estoy aquí,  
En este santuario lleno de luz.

**JESÚS**  
(Confundido, camina de un lado a otro)  
¿Qué dices?  
¿Yo también he muerto?  
¿Cómo fue? No lo recuerdo.

**MADRE**  
(Sentada, exclama con voz angustiada)  
Hijo, he rezado para que descanses en paz.  
¡Y de mí, no sé qué me pasó!

**LA MUERTE**  
(Responde con voz persuasiva)  
SONETO AL EPITAFIO

En aquel árbol, la flor se cortó,  
para la madre que adoraba en vida.  
Él solo pretendía erradicar su pena,  
enalteciendo su esencia, su fragor.  

Los cuerpos perduran bajo el epitafio,  
donde el amor eterno nunca se olvida.  
Aquí reposan los sueños que el tiempo  
no puede borrar, su luz no se apaga.  

Las hojas caen, susurros del pasado,  
y en cada caída, un eco de amor,  
sus almas se aferran a la memoria.  

En este lugar, el silencio es sagrado,  
donde el dolor se encuentra con el clamor,  
y el amor trasciende más allá de la historia.

**MADRE**  
(Se acerca a su hijo, las luces cambian a un tono cálido mientras se abrazan.)
SONETO DEL ABRAZO

Tus abrazos son refugio y consuelo,  
un bálsamo que calma mis temores,  
como el sol que despierta los colores  
en la sombra, donde hallo mi anhelo.  

Eres la luz que disipa el desvelo,  
la melodía que canta en mis flores,  
un lazo fuerte que une corazones,  
y en tu calor, mi tristeza se apela.  

Cuando el mundo se vuelve un laberinto,  
en tus brazos encuentro la salida,  
un espacio donde el alma respira.  

Así, en cada abrazo, un nuevo rito,  
te llevo en mi ser, madre querida,  
nuestros lazos son eternos, sin medida.

**LA MUERTE**
(Observando)
El ciclo nunca termina, solo se transforma.(El jardín comienza a cambiar visualmente, las flores marchitan, pero aún hay destellos de luz.)

**MADRE**
(Con voz reflexiva)
Verte a ti es ver el campo lleno de paz.
(Se separa lentamente)
Es hora, hijo.

**JESÚS**
(Mirando al público)
¿Alguna vez se han sentido atrapados entre dos mundos?
(La música se intensifica mientras JESÚS y LA MADRE se preparan para el adiós.)

**LA MUERTE**  
(Se acerca al público, con voz persuasiva)  
Solo las hojas sueltas danzan con el viento.
(Con voz serena mira a Jesús y le habla)
No hay que temer, hay un nuevo camino.
(Se vuelve hacia la madre)
El amor siempre perdura.
(Las luces se apagan lentamente, dejando un resplandor suave en el escenario.)

FIN

AUTOR: NORMA CECILIA ACOSTA MANZANARES
CARACAS, 26 de enero del 2013.



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