LA TRANSFORMACIÓN DE SILENCIOVILLA

 



EL SILENCIO QUE TRANSFORMÓ A SILENCIOVILLA.


En un rincón olvidado del mundo existía un pequeño pueblo llamado Silenciovilla, cuyo bullicio y alboroto nunca cesaban, sumergiendo a sus habitantes en un mar de ruido incesante. Las palabras flotaban en el aire, entre metiéndose una tras otra, cada una más banal que la anterior, formando un enmarañado laberinto de sonidos.


Sin embargo, en medio de ese caos, surgía una figura singular: Jesús, un hombre sabio y reservado que comprendía el poder del silencio en un mundo ensordecedor. A diferencia de los demás habitantes, él no buscaba participar en conversaciones triviales y chismes sin importancia.


La fama de Jesús se extendía más allá de Silenciovilla, susurrándose historias sobre su enigmática sabiduría. Se decía que podía escuchar los susurros del viento y que sus ojos, llenos de misterio, eran capaces de ver más allá de las palabras. La curiosidad y la fascinación se apoderaron de todos aquellos que oían hablar de él.


Jesús había descubierto el valor del silencio como una forma de observar el mundo que lo rodeaba. Con sus profundos ojos, escudriñaba atentamente cada sonido y cada palabra que evitaba expresar. Así, pasaba sus días recorriendo el pueblo, con una mirada serena y una boca cerrada, mientras todos los demás continuaban parloteando sin descanso.


Con el paso del tiempo, algo extraño comenzó a suceder en Silenciovilla. Las palabras de los habitantes perdieron su esencia, sus conversaciones se volvieron vacías y desprovistas de sentido. Paradójicamente, nadie parecía darse cuenta de la decadencia de sus diálogos, ya que estaban atrapados en su inacabable charla.


Por su parte, Jesús se convirtió en una figura enigmática y respetada. Su aura de sabiduría y serenidad lo envolvía como un manto invisible. Las personas, cautivadas por su presencia magnética, acudían a él en busca de consejo, anhelando escapar de la monotonía y trivialidades a las que estaban acostumbradas.


Fue en ese preciso momento cuando Jesús decidió compartir con el pueblo su mayor enseñanza: "Cállense", susurró con una voz suave pero cargada de autoridad. Esa palabra resonó en los corazones de cada habitante, interrumpiendo el constante parloteo que los envolvía.


El mensaje de Jesús se propagó por el pueblo como un eco que despertaba la conciencia de todos. Poco a poco, las conversaciones superficiales dieron paso a diálogos enriquecedores, cargados de significado y profundidad. Silenciovilla se transformó en un lugar donde las palabras eran cuidadosamente elegidas, donde el silencio se valoraba como un tesoro y donde cada interacción se convertía en una oportunidad para aprender y crecer.


Y así, en medio del silencio, el pueblo encontró una nueva forma de comunicarse y de conectarse entre sí. Silenciovilla se convirtió en un refugio para aquellos que anhelaban la paz y la autenticidad, un lugar donde el ruido daba paso a la sabiduría y donde cada palabra pronunciada tenía un propósito y un significado profundo. Desde entonces, la leyenda de Jesús y el poder del silencio se extendió más allá de las fronteras de Silenciovilla, inspirando a otros a encontrar la calma en un mundo ruidoso y caótico.



Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Caracas- Venezuela.




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