A MI HIJO

 A MI HIJO.


Contemplando tus ojos, luceros sin igual,

descubro siempre algo nuevo, algo celestial.

Misterios ocultos en su profunda mirada,

me llevan a reinos de alegría desbordada.


Eres faro radiante en mi vasto océano,

guiando mis pasos hacia un puerto cercano.

Tu silencio habla más que mil palabras,

creando un mundo mágico donde todo se aclara.


Cada vez que te veo, las palabras sobran,

pues tu presencia completa mi existencia sobran.

Eres un soplo de vida, un fuego encendido,

que ilumina mi corazón, siempre agradecido.


Eres mi sol en los días más oscuros,

mi refugio seguro entre los apuros.

Tus labios dulces, un manjar para mi ser,

en tus abrazos encuentro paz y saber.


Hijo amado, eres amor eterno y sin fin,

un vínculo sagrado que llena mi jardín.

Tú eres el lienzo donde plasmo mis sueños,

y el aire fresco que aliento en mis empeños.


Eres mi luna brillante en la noche oscura,

mi guía constante, mi fortaleza y altura.

Cada sonrisa tuya, un arcoíris en el cielo,

y en tu ser encuentro mi más dulce anhelo.


Contigo el tiempo deja de existir,

cada instante juntos es un regalo sin fin.

Eres mi maestro en el arte de amar,

mi dulce melodía, mi razón de existir.


Hijo amado, en lo profundo de mi ser,

eres mi mayor tesoro, lo que no puedo perder.

Prometo cuidarte con el fuego de mi amor,

hasta el último latido, hasta el último albor.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 


A mi hijo.

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