domingo, 28 de enero de 2024

LYSA Y LOS APOCALÍPTICOS

       

LYSA Y LOS APOCALÍPTICOS.



En la vastedad del cosmos, en un sistema estelar lejano, tres apocalípticos surgieron de las fuerzas primordiales del universo. En los albores del tiempo, cuando las estrellas aún eran jóvenes y el amor fluía como la energía misma que tejía el universo, un acontecimiento oscuro y desconocido sembró la semilla de la discordia. Esta fuerza oscura, ajena al amor que había dado origen a todo, creó a los jinetes del apocalipsis: Ira, Miedo y Culpa.


Ira, el primero, emergió de la energía liberada por la colisión cataclísmica de dos estrellas masivas en un remoto rincón del espacio. Miedo surgió en las profundidades de un agujero negro supermasivo, donde las fuerzas gravitacionales distorsionan el espacio-tiempo, infundiendo temor en todos los seres que cruzaban su camino. Culpa tomó forma en el corazón de una nebulosa en la que nacían y morían estrellas, absorbiendo la energía de la redención y el remordimiento que permeaba el espacio interestelar.


En medio de este conflicto cósmico, una joven astroexploradora llamada Lysa surcaba los confines del universo en busca de respuestas. Su corazón rebosaba de valentía y compasión, y su espíritu estaba impregnado de la luz del conocimiento y la redención. 


Lysa era una exploradora intrépida que desafiaba las fuerzas del cosmos con su determinación y su deseo de restaurar el equilibrio perdido en el universo.


Lysa, la joven astroexploradora, sabía que el universo estaba en peligro. Los apocalípticos habían surgido de las fuerzas primordiales del universo, y su poder era inmenso. Pero Lysa no se dejó intimidar. Con su coraje y su determinación, se propuso encontrar una manera de detener a los jinetes y restaurar el equilibrio en el universo.


Lysa sabía que para enfrentar a los jinetes, necesitaba encontrar la fuente de su poder. Así que se embarcó en un viaje a través de la vastedad del cosmos, explorando planetas, nebulosas y galaxias en busca de respuestas. Con cada paso que daba, su conocimiento del universo crecía, y su espíritu se fortalecía.


Finalmente, después de muchos años de búsqueda, Lysa encontró lo que estaba buscando. Descubrió que los apocalípticos obtenían su poder de una fuente común: la energía oscura que permeaba el universo. Esta energía era la misma que había sembrado la semilla de la discordia en los albores del tiempo, y que había dado origen a los apocalípticos.


Lysa sabía que para detenerlos, tenía que neutralizar la energía oscura. Así que se propuso encontrar una manera de hacerlo. Con su conocimiento del universo y su espíritu de compasión, Lysa creó un dispositivo que podía absorber la energía oscura y convertirla en luz.


Con su dispositivo en mano, Lysa se enfrentó a los apocalípticos. Ira, Miedo y Culpa se abalanzaron sobre ella, pero Lysa no se dejó intimidar. Con su coraje y su determinación, activó su dispositivo y absorbió la energía oscura de los apocalípticos.

Al instante, perdieron su poder. Ira se desvaneció en el aire, Miedo se disipó en la nada, y Culpa se deshizo en una lluvia de estrellas. El universo, liberado de la energía oscura, floreció con una nueva energía, llena de amor, compasión y redención.


Y así, gracias a la valentía y la determinación de Lysa, el universo fue restaurado a su equilibrio natural. Los apocalípticos fueron derrotados, y la luz del conocimiento y la redención brilló en todo el cosmos.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Lugar: En algún lugar del universo.


viernes, 26 de enero de 2024

Soy Paréntesis




Soy Paréntesis. © 2024 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 



no soy eco  

ni fantasma  

ni telón de fondo de tu argumento  

soy la sombra que interrumpe  

el paisaje que no contabas con mirar  


aparezco cuando todo parecía ordenado  

y dejo movedizo lo que antes era firme  


soy tu paréntesis  

tu tartamudeo mental  

el leve temblor en la línea recta de tu discurso  


  


no tengo apellido en tu historia  

pero mi cuerpo dejó siluetas  

que no logras planchar  


interrumpo  

pero no por accidente  

entro  

como un poema que nadie esperaba leer  

pero una vez abierto  

ya no se puede cerrar  


  


soy la noche que llega antes del atardecer  

la cicatriz que aparece en el retrato  

el nombre que no dices  

pero cargas  


mi voz no es estruendo  

pero detiene  

mi aliento no grita  

pero inclina la balanza  


  

me negaste escenario  

y aquí estoy  

haciendo del margen  

mi centro  


  

llámame sombra  

si eso te alivia  

pero recuerda  

que sin mí  

la luz no sabe  

a dónde proyectarse  




martes, 2 de enero de 2024

LA VIDA

 LA VIDA



La vida, maestra de verdades profundas,

es como un río que me arrastra con destreza,

hasta que entiendo que el amor, la luz,

son como estrellas que resplandecen en mi alma.


Se ríe de mí, como el viento que acaricia

con cariño y rigor, hasta que aprendo a reírme.

También, suave como el murmullo de un arroyo,

rompiéndome, quebrándome con fervor,

hasta que la luz penetra, como el sol

que ilumina mi mirada.


Enfrenta rebeldes y control, sin tregua,

hasta que suelto, dejo fluir como un río desbordado,

repite mensajes, con fuerza y con duda,

hasta que por fin, decido oír, como el eco

que resuena en la montaña.


Envía tormentas y rayos, con afán,

buscando que despierte al fin, como el trueno

que retumba en la noche, humilla, derrota,

hasta que, sin vanidad, dejo que mi ego

encuentre su fin, como la espuma

que se disuelve en el mar.


Niega bienes, grandeza, hasta que entiendo,

que servir es más noble, más grande, mejor.

Corta alas, poda raíces, hasta que comprendo,

que volar desde mi ser es el más alto honor

como el águila que se eleva en el cielo.


Me niega los milagros, hasta que veo,

que cada instante es un milagro sin par,

como una flor que desabrocha al amanecer,

acorta el tiempo, para que aprenda, quiero,

vivir plenamente, sin dejar nada al azar,

como un reloj que marca cada latido.


Ridiculiza, lastima, hiere, con amor,

hasta que agradezco cada respirar,

como el regalo de la brisa en mi rostro,

oculta tesoros, emprendo el ardor,

de buscar, de encontrar, de poder amar,

como un tesoro escondido en la arena.


Niega a Dios, hasta que en todo lo veo,

en cada ser, en cada acto, en cada rincón,

como una melodía que resuena en el universo.

Me rompe, desilusiona, pero al final, sé,

que solo en el amor, encuentro la razón,

como la semilla que germina en la tierra.


Y así es la vida, así navego en ella.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Caracas - Venezuela.

domingo, 17 de diciembre de 2023

Gracias

 En la vía, donde los motores rugen con emoción,

se alzan los gaviones, como versos en una canción.

Piedras con asimetría, como sílabas que riman,

se unen con arte y precisión, en un trabajo que fascina.


El albañil, poeta hábil, coloca cada piedra con esmero,

buscando la armonía perfecta, como un verso sincero.

El sonido de motores, estruendoso rugir en la vía,

se mezcla con el sol cálido, en armonía.


Las piedras, poesía en sí, de diferentes tamaños,

se entrelazan con ritmo, creando paisajes extraños.

La tierra húmeda, aroma fresco y terroso,

y las plantas crecen alrededor, verdes y hermosas.


El reflejo del sol en las piedras brilla con esplendor,

creando paisajes firmes, con un encanto seductor.

La luz dorada se filtra entre las piedras, con destellos,

mientras las plantas danzan alrededor, como enredaderas en anhelos.


El poeta y el albañil, en su labor meticulosa,

crean belleza con precisión, en cada cosa.

Así, la naturaleza se funde con la mano del hombre,

y la bendición de Dios se refleja en cada escombro.


Con piedras de asimetría y métricas poéticas,

crean paisajes firmes, con belleza auténtica.

Donde la gracia de la naturaleza se funde con el hombre,

los gaviones se erigen como versos eternos, en un poema con tu nombre.

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares

EL BAILE DE LOS NÚMEROS

Verso 1

Uno, dos, tres, cuentas conmigo,

los números amigos, siempre están conmigo.

Cuatro, cinco, seis, van de paseo,

en el mundo mágico, donde todo es bueno.


Coro

Los números bailan, en una ronda sin fin,

jugando y riendo, son un gran festín.

Del uno al diez, vamos a contar,

los números amigos, nos van a enseñar.


Verso 2

Siete, ocho, nueve, en fila marchando,

sumando y restando, van practicando.

Diez es el número que cierra la fiesta,

los números amigos, son nuestra gran orquesta.


Coro

Los números bailan, en una ronda sin fin,

jugando y riendo, son un gran festín.

Del uno al diez, vamos a contar,

los números amigos, nos van a enseñar.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

domingo, 3 de diciembre de 2023

Versos Resilentes

VERSOS RESILIENTES 


En el abismo de mi ser tembloroso,

la fortaleza se esconde, asustada,

y mi mundo se desmorona, doloroso,

cual castillo de arena, desolada.


El viento, un suspiro, me acaricia el rostro,

susurra secretos ancestrales al oído,

y en cada ráfaga, encuentro un rastro,

de esperanza tejida con hilos de olvido.


El pecho, un tambor, tucun tucun resuena,

latido vibrante de angustia y pesar,

mis piernas, débiles, vacilan, se desvelan,

y mis manos tiemblan, sin poderse calmar.


Mis ojos, cual faros perdidos en la niebla,

ven la sombra del miedo, más se ciegan,

y mis amígdalas, inflamadas, se rebelan,

susurran ansiedades que mi mente no sosiegan.


Aunque por fuera, mi cuerpo es roble erguido,

internamente, el fragor de la tormenta,

enfrento mis miedos, ocultos y escondidos,

en un duelo eterno de lucha y afrenta.


Soy un poema en versos de incertidumbre,

donde la metáfora abraza mi desvelo,

personifico al miedo, su rostro difumbe,

y en cada palabra, mi alma encuentra consuelo.


Mis lágrimas, versos líquidos que fluyen,

enriquecen la prosa de mi existencia,

como hipérboles que el dolor diluyen,

y oxímoron que atisba la esperanza.


Soy un arte en la mezcla de figuras literarias,

donde las metáforas danzan sin cesar,

personificando al miedo, su rostro desvanece,

y en cada palabra, mi alma encuentra consuelo.


Aunque el miedo me aceche, soy un poema vivo,

en cada estrofa encuentro valor y coraje,

y con cada palabra, mi espíritu se eleva,

desafiando al abismo, desafiando al ultraje.


En el torbellino de emociones que me envuelve,

reafirmo mi fuerza, mi esencia en combate,

soy la poesía que a la oscuridad se atreve,

y en susurros de versos, mi miedo se deshace.


AUTOR: NORMA CECILIA ACOSTA MANZANARES 

CARACAS-VENEZUELA 

D/R 

viernes, 24 de noviembre de 2023

La Jirafa

 "La Jirafa":


La jirafa alta, alta, alta,

con su cuello largo, largo, largo,

pasea despacito, cito, cito,

por la selva, llena de encanto.


Come hojas verdes, verdes, verdes,

con su lengua larga, larga, larga,

salta y corre muy contenta,

es tan bella mi jirafa.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Canción La Jirafa


miércoles, 22 de noviembre de 2023

A CANSERBERO

 A Canserbero:


En un rincón oscuro, la verdad se esconde,

mataron al mensajero, pero su mensaje responde.

un cantante de rápido ritmo y palabras certeras,

silenciado por aquellos que temen sus verdades sinceras.


En sus versos incómodos, heridas se abrían,

pues la realidad dolía y a muchos sorprendía.

CAN, valiente en su voz, alzaba su canto,

denunciando injusticias con su valioso encanto.


La verdad no se calla, aunque el mensajero muera,

sus palabras perduran, despiertan y generan quimera,

porque en cada estrofa, la voz de CAN se alaba,

desnudando realidades que a otros les incomodaban.


En el eco de sus rimas, la valentía se eleva,

aquellos que temen, encuentran en él su prueba,

Porque la verdad es un eco que no se puede callar,

aunque aquellos poderosos quieran silenciar.


Mataron al mensajero, pero su mensaje persiste,

en cada corazón que escucha y asiste.

El antipoema resuena en la memoria colectiva,

la verdad siempre prevalece, aunque sea subversiva.


AUTORIA: NORMA CECILIA ACOSTA MANZANARES. 

CARACAS - VENEZUELA

sábado, 21 de octubre de 2023

Geografías de la Memoria y un Viaje de Cuatro Estaciones.

 

Hola queridos.


Antes de comenzar, quiero que cierren los ojos un momento. Solo un instante. No tengan miedo.


¿Ya? Ahora, viajen conmigo.


Era una niña. Una niña con dos colas de cabello sujetas con ligas que tenían unas pequeñas bambalinas color rosa. Llevaba un vestido de cuello redondo, con flores tejidas y un bordado de panal en el pecho. Abajo, un pantalón corto amarillo con rayas blancas y vivos blancos. Unos zapatos de goma y tela amarilla, con cordones blancos. Y estaba lista.


Bajé al jardín del edificio de enfrente. Había cayenas, rosas bebés amarillas, malojillos y otras peculiaridades de la naturaleza. Y allí, en medio de ese pequeño mundo verde y vibrante, mi mente recreaba e imaginaba mi propio espectáculo.


Esa niña soy yo. Esa niña es también, quizás, algo de ustedes.


No estamos aquí únicamente para escuchar poemas. Estamos aquí para recordar. Para permitir que, en el silencio entre una palabra y otra, se abra una grieta en el tiempo… y por ella se cuele el aroma del malojillo, el zumbido de un abejorro, el aleteo de una mariposa que creímos olvidada.


Los textos que compartiré con ustedes esta noche son mapas de esa geografía íntima. No hablan solo de la primavera: hablan de la memoria orgánica que la primavera despierta. Hablan del amor no como conquista, sino como polinización involuntaria. De lo que pudo ser y no fue… y de cómo esa sombra nos define más que la luz que sí alcanzamos.


Este ciclo se titula Geografías de la Memoria, y es un viaje de cuatro estaciones:


La Grieta en el Tiempo

La Polinización del Dicho

El Universo en Paréntesis

La Anatomía del Asombro


No les pido que los entiendan con la mente.

Les ruego que los sientan con la misma punzada con la que yo aún siento el elástico de aquellas ligas rosas en mi cabello.

Con ese peso,dulce y ominoso a la vez, de lo que se ama y ya no está, pero que persiste.


Los invito a que me acompañen.

A que respiremos juntos este aire cargado de polen,de tiempo y de la imborrable fragancia de lo que una vez fuimos.


Comenzamos.


---


I. La Grieta en el Tiempo.


La primavera no llega: se incrusta.

Una grieta verde en la costra del tiempo,

y en el pecho,un latido antiguo se extravía.

Es el organismo del mundo desbordándose en una sola humedad.

Todo es savia y memoria.

Y de pronto,el camino se bifurca:

no es el sendero de tierra hacia la casa,

sino la huella de un ala,

un fragor amarillo que danzaba sobre el malojillo.

(La niña que fui,quieta, con el universo suspendido en la pupila).

Ese fue el mapa verdadero,el hechizo primal:

la mariposa colorada y la amarilla,

tejiendo el aire en una danza sin promesa,

puro instante,puro gozo sin testigo.

¿Acaso no era eso el amor en su estado salvaje?

Antes de que la palabra lo nombrara y lo cazara.


---


II. La Polinización del Dicho.


La mariposa es un corazón con alas.

Bebe el temblor de las flores,lo transmuta en vuelo,

y en ese ir y venir,sin querer, fecunda el mundo.

He aquí la paradoja orgánica:

su belleza es un accidente necesario para la continuidad.

Amar es también eso:

ser vehículo involuntario de algo más grande que uno.

Dejar una parte de polen dorado en otro,

y llevarse,para siempre, la mancha de un color ajeno.

¿O fue al revés?

¿Fuimos nosotros el jardín que ellas polinizaron con nostalgia?

Ahora,en esta primavera de adulto,

busco en cada aleteo esa verdad efímera.

No la encuentro.

Solo el suspenso de lo que pudo ser y no fue,

un fruto que nunca cuajó en la rama.

Y el zumbido de lo que queda por venir.


---


III. El Universo en Paréntesis


(Y en el intermedio de este respirar,

un universo paralelo se entreabre:

¿Y si en vez de observar,hubiese volado?

¿Si esa niña,en un acto de fe, hubiese perseguido

el zigzag de las alas coloradas hacia el cerro?

No este yo,aquí, de pie, midiendo la distancia con razón.

Sino otro yo,hecho de viento y sol,

con el rastro de polen en la mejilla.

Un amor que no conquista,porque es libre.

Un recuerdo que no duele,porque se vive siempre por primera vez.

El paréntesis se cierra.

Solo fue un segundo.

El aroma de un cafeto en flor lo desató,

y el rumor de un abejorro lo selló con su eco.)


---


IV. La Anatomía del Asombro


No es que las mariposas hayan cambiado.

Son las mismas.Las de alas de terciopelo amarillo,

las coloradas como heridas abiertas en el aire.

Somos nosotros los que evolucionamos hacia atrás,

hacia la simpleza del asombro.

La primavera humanizada no es una metáfora:

es el cuerpo que,al fin, se recuerda parte del jardín.

Es el amor que deja de ser conquista

para ser complicidad con la luz.

No te conquisto.

Te recuerdo.

Como se recuerda el olor a tierra mojada después del aguacero.

Como se recuerda el trazo de aquel primer vuelo.

Y en ese recordar,que es un acto de amor orgánico,

nos volvemos,por fin, el mejor poema:

uno que no se escribe,se vive.

Uno que cualquier niña,en cualquier abril del mundo,

observaría en silencio,sintiendo el ominoso y dulce peso del tiempo.


---


Comentario de la autora:


Estos poemas no me pertenecen ya.

Los escribí con la tierra de mis propias grietas,

con el polen de una nostalgia que no me soltaba,

pero ahora son de ustedes.


Cada vez que alguien lee "La Grieta en el Tiempo"

y recuerda su propia mariposa amarilla,

el poema se vuelve verdad de nuevo.

Cada vez que alguien siente el"ominoso y dulce peso del tiempo",

la paradoja se hace carne en otro cuerpo.


Este ciclo—Geografías de la Memoria—

no es un recorrido por mi pasado,

sino un espejo puesto frente a los nuestros.

¿Quién no ha mirado atrás y ha visto

ese instante en que todo pudo ser distinto?

¿Quién no ha sentido que el amor,

en su estado más puro,

es más cercano al vuelo de un insecto que a una promesa?


Yo solo armé las palabras

como quien junta pedazos de un mapa quemado.

Ustedes son quienes lo recorren

y le devuelven el sentido.


Queden, pues, con estas geografías.

Guarden estos versos donde guardan lo que no se dice,

pero se siente:

en el pliegue del alma donde duele y enamora a la vez.


Gracias por leer no solo lo que escribí,

sino lo que callé entre línea y línea.

El verdadero poema—ya lo saben—

siempre ocurre en la respiración de quien lo recibe.


— Con complicidad y gratitud,

La autora, Norma Cecilia Acosta Manzanares.

Caracas, 21 de octubre de 2023.




jueves, 19 de octubre de 2023

LA SOMBRA DE LA GUERRA

Había una vez un niño llamado Miguel, cuyos ojos brillaban con la curiosidad y la alegría de vivir en una pequeña aldea en medio de la exuberante selva. Desde temprana edad, Miguel había aprendido a amar la naturaleza y encontraba su mayor felicidad explorando el bosque y jugando con sus amigos. Cada día, se aventuraba entre los árboles, maravillándose con los colores vibrantes de las flores y los cantos melodiosos de los pájaros.
Un día soleado, mientras se encontraba sumergido en una emocionante partida de escondite con sus amigos, un estruendo ensordecedor resonó en el aire. El corazón de Miguel se aceleró y un escalofrío recorrió su espalda. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la ventana de su humilde casa y se asomó con temor. Sus ojos se abrieron desmesuradamente al contemplar una gran explosión en la distancia. El horizonte se iluminó con un resplandor naranja y el estruendo sacudió las ventanas de su hogar, dejando escapar un gemido lastimero.
La habitación de Miguel, antes un refugio tranquilo, ahora estaba en completo desorden. Los libros y papeles que solían adornar su escritorio yacían esparcidos por el suelo. La ventana se encontraba rota y las cortinas, rasgadas, dejaban pasar la brisa cálida de la tarde. Miguel comprendió con tristeza que la explosión había alcanzado su hogar, como una sombra siniestra que se adueñaba de su paz.
A medida que los días se sucedieron, Miguel buscó respuestas y descubrió que aquella explosión era el resultado de una cruel guerra entre dos países vecinos. Las noticias eran desoladoras: muchas personas habían perdido la vida, otras habían resultado heridas y numerosas familias habían sido desplazadas de sus hogares. El dolor y la angustia se extendían como una sombra oscura sobre la selva que Miguel amaba tanto.
La tristeza y la indignación se apoderaron del corazón de Miguel mientras contemplaba cómo la violencia había afectado a tantas personas inocentes. En las noches, mientas el cielo estrellado se alzaba sobre él, Miguel reflexionaba sobre el sufrimiento que la guerra había infligido a su aldea y a otros lugares lejanos. No podía quedarse de brazos cruzados, sintiendo impotencia. Decidió que, a su manera, haría la diferencia.
Despertó cada mañana con determinación en sus ojos y una sonrisa en los labios. Buscó formas de ayudar a su comunidad, recolectando alimentos y ropa para aquellos que habían perdido todo. Organizó actividades divertidas y creativas para los niños de la aldea, tratando de traer un rayo de esperanza en medio de la oscuridad. Además, compartió con ellos la importancia de la paz y el respeto, hablando desde su corazón y transmitiendo un mensaje de unidad y compasión.
El espíritu de Miguel se convirtió en una chispa de inspiración para aquellos que lo rodeaban. Poco a poco, la aldea comenzó a sanar, a levantarse ante la adversidad y a cultivar un sentimiento de solidaridad que trascendía las fronteras de la selva. Aunque el camino hacia la paz era largo y arduo, Miguel sabía que su pequeña aldea podía ser un ejemplo para el mundo.
La moraleja de esta historia resonaba en cada rincón de la selva: la violencia y la guerra tienen un impacto devastador en los niños y en su entorno. Los niños, seres inocentes y vulnerables, merecen vivir en un mundo lleno de amor y comprensión, donde sus risas no sean silenciadas por el estruendo de la destrucción. Miguel nos recordó que cada uno de nosotros tiene el poder de generar un cambio positivo, de sembrar semillas de paz y de proteger a los más vulnerables en nuestra sociedad.
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 
Caracas-Venezuela.

domingo, 15 de octubre de 2023

LA CHICA DEL ZAPATO ESCARLATA

 En un rincón de la biblioteca, Indira encontró un libro abandonado que entre sus páginas amarillentas guardaban una foto, era una hermosa mujer con zapato escarlata. Ella quedó fascinada y regresó con su propio zapato de esa tonalidad. Sueños y amores olvidados le rodean. ¿Quién era la chica de la foto? ¿Qué le sucedió? La biblioteca e Indira se entrelazaron y se transformaron en una única historia. Ella ahora se convirtió en un libro olvidado con una foto monocromática. Las respuestas escapan. El destino la consume entre susurros de páginas, Indira desaparece, convertida en un epitafio en papel.


Microrelato 

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Caracas-Venezuela.

20 Formas de Amar y una Mosca Zumbando.

  La Necesidad de Nombrar lo que Queda. Este compendio de poemas no es un libro sobre el amor. Es una revisión honesta y cruda de lo que que...