Lluvia Íntima
Lluvia Íntima La tarde se deshace en hilos plateados, el cielo desovilla su madeja gris y el mundo se repliega en un susurro. Huelo a tierra desnuda, a raíces que recuerdan el primer beso del agua: petricor que rasga el tiempo, olor a infancia enterrada bajo los poros del asfalto. La piel se hace espejo, recibe el frío que resbala —gotas como huellas de un pájaro que fue—. El cabello pegado a la nuca es red de memorias húmedas, naufragio de lo que no dije. Escucho el ritmo sin reloj: tejado que repica su tambor herido, charcos que tragan ecos de otros aguaceros. Es la misma canción que araña los cristales, la que aprendí cuando el silencio era un idioma recién nacido. Me desvisto de horas, me visto de agua. ...