domingo, 31 de agosto de 2025

¿QUÉ NO SE HA DICHO? ©

 ¿QUÉ NO SE HA DICHO?

© Todos los derechos reservados


Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares

País: Venezuela

Tema: Día Internacional contra los Ensayos Nucleares



¿Qué no se ha dicho?

Ni la explosión ciega,

ni el grito que desgarra la materia.

Se calló el eco en la razón,

persiste la sombra

que nos acecha por dentro.


No es el hongo de fuego en el cielo,

es la espora en la médula del mundo.

Invisible, cotidiana, aprendida:

el miedo que se sirve en la mesa.


No se ha dicho el precio de la calma,

esta paz que se abraza al abismo,

el pacto tácito que el miedo embalsama:

suicidio colectivo, un espejismo.


Hemos normalizado el fin del mundo,

lo volvimos un rumor en la radio,

una estadística, un sueño moribundo,

mientras la muerte baila en el horario.


¿Quién hablará del alma que se encoge

ante el poder que pudre la esperanza?

Del futuro que el presente deshoja,

del "después" que perdió su confianza.


No se ha dicho la complicidad del aire

que respiramos, denso de ironía;

cómo un gesto sin alma, arbitrario,

puede borrar la luz de cada día.


América Latina no necesita submarinos,

necesita raíces, cantos, memoria.

El Tratado no es papel, es territorio,

es cuerpo, es tierra, es promesa viva.


Hoy, al filo del abismo,

alzo el vuelo no con un grito,

sino con semillas.

Mi voz no es estruendo,

es un anhelo

para sembrar grietas en pesadillas.


Se omite el peso de la heréncia,

la carga que legamos en silencio:

un planeta que guarda la demencia

de una especie que optó por el veneno.


El miedo no es la ráfaga que pasa,

es el frío que anida en la médula,

la conciencia que se quiebra y se abrasa

negando la grieta, la última cédula.


Que este lamento remueva el simiente:

el horror no es la bomba, es el olvido

de que somos el fuego y el firmamento,

y que el poder de elegir no ha huido.


El verdadero ensayo es el que hacemos

al despertar, en el alma, cada instante.

¿Seguiremos ciegos,

o al fin seremos

la paz que no se espera,

sino se planta?


Y si el diablo susurra “esto es normal”,

que el poema despierte la carne,

que el cuerpo entero se erice y grite:

¡No en mi nombre!

¡No en nuestra carne!




lunes, 25 de agosto de 2025

No Me Nombras, Pero Me Gritas

 No Me Nombras, Pero Me Gritas  

Poema-respuesta para quien confunde el reflejo con el enemigo  

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares

D/R.



No te escribí.  

No te nombré.  

Pero te leíste en mi herida,  

como quien se mira en un charco  

y culpa al agua por su rostro.


No fui yo quien te expulsó.  

Fue tu eco.  

Tu forma de entrar a los poemas  

como si fueran vitrinas  

y no refugios.


Me llamaste mala  

porque no entendiste el temblor.  

Me acusaste de atea,  

como si la fe fuera un arma  

y no un silencio compartido.


Yo no compito.  

No pongo zancadillas.  

Escribo desde el derrumbe.  

Y si eso te incomoda,  

no es por mí:  

es porque tus cimientos tiemblan.


No me duele tu insulto.  

Me duele que escribas tan bello  

y vivas tan lejos de tus versos.


No me asusta tu juicio.  

Me asusta que creas  

que la poesía es un podio  

y no una sala de espera,  

para quienes aún no saben  

cómo nombrar el dolor sin herir.


Yo sigo.  

Con mis huesos contados,  

con mi silencio intacto,  

con mi espejo sin retoques.


Porque si mi ser es fractura,  

mi palabra es puente.  

Y tú, que me leíste sin querer,  

ya cruzaste.



sábado, 16 de agosto de 2025

QUÉ PARTE DE MÍ LEYÓ EL DEMONIO?


¿Qué parte de mí leyó el demonio?

¿Dónde empieza el miedo  
cuando el libro se abre?  
¿En la página o en el pecho?  
¿En la letra que no sale  
o en la mirada que espera  
como quien castiga sin tocar?

Mi angelito, decía la portada,  
con dibujos que parecían rezar.  
Pero yo no rezaba.  
Yo me preparaba.

¿Puede un libro tener dientes?  
¿Puede la promesa suave tener filo?  
Cada tarde, a las tres,  
el conjuro comenzaba:  
la “r” se volvía trampa,  
la lengua, traición,  
y el cuerpo, altar del error.

El miedo no gritaba.  
Se instalaba en el estómago  
como un huésped educado  
que no pide nada  
pero lo consume todo.

¿Quién decidió que aprender dolía?  
¿Quién convirtió la lectura  
en ceremonia de juicio?

La silla sabía.  
La pared marfil también.  
Ambas me sostenían  
como quien acompaña  
sin intervenir.

Yo era niña,  
pero ya sabía leer el peligro  
en el silencio entre palabras.

¿Y si el demonio no era invocado,  
sino enseñado?  
¿Y si el libro no era objeto,  
sino espejo  
de una pedagogía que castiga  
cuando el cuerpo no obedece?

Hoy lo abro de nuevo,  
no para repetir el conjuro,  
sino para preguntarle:

¿Qué parte de mí leíste mal?  
¿Por qué tu caricia fingida me dolía?  
¿Y por qué, aún hoy,  
mi cuerpo recuerda  
cada página como si fuera piel?

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Derechos reservados 


 

domingo, 10 de agosto de 2025

MI SILENCIO NO ES TU VICTORIA

 

Pintura de Salvador Dalí

Mi Silencio No Es Tu Victoria

Poema-testimonio de una sala que no fue sala  

Por Norma Cecilia Acosta Manzanares


Este poema no se escribió para ser leído.  

Se escribió para ser escuchado por quienes convierten el silencio en castigo.  

Por quienes creen que callar es ceder.  

Por quienes aún no entienden  

que la dignidad no se negocia.


Aquí no hay metáforas decorativas.  

Hay grietas.  

Hay puentes.  

Hay piedras que no se pueden barrer.


Este poema es una réplica.  

Una que no grita,  

pero tampoco se calla.





MI SILENCIO NO ES TU VICTORIA. © agosto 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 



La sala no era sala.  

Era ceremonia de cuchillos.  

Jaula de espejos deformes  

donde las palabras rebotaban  

y se convertían en otras.  


Él golpeó la mesa.  

Cortó el aire con su mano.  

Silencio, dijo.  

Y su silencio fue un muro.  


Yo hablé.  

Mis palabras eran piedras.  

Él las recogió, las examinó,  

y las tiró al suelo.  

Mentira, dijo.  

Revisa tus archivos  

antes de manchar mi nombre.  


Ellos rieron.  

Sus voces tejían una red  

donde la responsabilidad  

siempre era araña ajena.  

En mi viejo ordenador tal vez…  

No recuerdo esa norma…  

No estaba en la reunión…  


Yo hablé.  

Mis palabras eran puentes  

hacia otras voces ahogadas.  

Él las quemó.  

Herejía, dijo.  


Yo escribí.  

Mis palabras eran grietas  

en el muro de su silencio.  

Él las tapó.  

Olvido, dijo.  


Pero el eco de mi voz  

persiste en las grietas.  

Mi silencio no es tu victoria.  




sábado, 9 de agosto de 2025

La Rosa Que No Se Abre

 





La Rosa Que No Se Abre. © 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 



Me pregunto  

cómo sería el abrazo palpable de tu salinidad.  

Esas aguas densas,  

alzando mi cuerpo  

como si fueran manos.  

Manos que no juzgan.  

Solo sostienen.


Escucho.  

Indago ese mar sin vida aparente.  

Dicen que ahora vive.  

¿Peces?  

¿Verde?  

¿Milagro?


Como la rosa de Jericó.  

Seca, cerrada,  

pero viva.  

Dicen que se abre cuando el agua la toca.  

Pero esta no.  

Esta no se abre.


No camina,  

no navega,  

no se deja llevar.


¿Y tú, mar?  

¿A dónde va la rosa que decide quedarse cerrada?  

¿Será que no quiere navegar?


Yo también fui corteza.  

Fui silencio.  

Fui espera.  

No pedí agua.  

Y cuando llegó,  

la miré.  

Pero no me abrí.


No por miedo.  

No por orgullo.  

Sino porque también hay vida  

en la forma que resiste.


Hay algo que tiembla.  

Algo que se queda.  

Algo que flota…  

como si el mar también supiera  

que no todo lo que toca  

debe abrirse.


viernes, 1 de agosto de 2025

El Espejo de Velázquez



 EL ESPEJO DE VELÁZQUEZ © 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados.


Velázquez lo sabía:  

el rostro en el espejo fue la primera mentira hermosa de la historia.


Velázquez pintó nalgas de seda al sol,  

espalda curvada en óleo, eterno arrebol.  

Cupido sostiene un espejo empañado:  

¿es niebla su rostro… o un reflejo trucado?


Ese reflejo borroso —mentira barroca—  

hoy es imagen torcida en pantalla loca.  

Lo que el maestro trazó con huella sutil,  

ahora lo borra un botón infantil.


Cupido, niño-dios de mirada rendida,  

hoy sirve a redes que adoran la mentira.  

Su espejo ya no engaña con niebla de aceite:  

es un lente sin alma que pudre el deleite.


Subimos espaldas, perfiles de cristal,  

buscando en aplausos un amor vertical.  

Pero el alma desnuda —como Venus en su lecho—  

pide un espejo honesto, no un sueño deshecho.


La nuca verdadera, la carne sin disfraz,  

lo único sincero en el lienzo fugaz,  

también se esconde tras gestos fingidos:  

¿dónde quedó la piel sin artificios vendidos?


Busca el amor donde el espejo no mienta,  

donde Cupido sea niño y no red violenta.  

Porque la Venus desnuda —fiel a su verdad—  

no necesita retoques: grita su identidad.




20 Formas de Amar y una Mosca Zumbando.

  La Necesidad de Nombrar lo que Queda. Este compendio de poemas no es un libro sobre el amor. Es una revisión honesta y cruda de lo que que...