La Necesidad de Nombrar lo que Queda.
NORMA CECILIA ACOSTA MANZANARES (FRENESÍ)
Me gusta plasmar mis vivencias, los momentos más inusitados a través de la escritura, con el fundamento de sellar el pasado y emprender nuevas aventuras.
viernes, 24 de octubre de 2025
20 Formas de Amar y una Mosca Zumbando.
La Necesidad de Nombrar lo que Queda.
domingo, 5 de octubre de 2025
Zarpazo Azul en la Corteza.
Título: Zarpazo Azul en la Corteza.
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Caracas, 05 de octubre del 2025.
Derechos Reservados de Autor.
El muro no es un lienzo, es costra, es corteza,
un frío que se engancha a la piel y nos pesa.
La reja no es frontera,es un grito tensado
entre la herrumbre obscena y el azul desplegado.
Arriba, el poste clava su aguja en la nube.
Un pájaro,un espasmo de sombra, se estremece.
No canta,no es un susurro, es un hachazo breve,
un ojo que desnuda todo lo que se mueve.
Desde su cable, mide la herida del espacio:
esta costra de mundo,ese éter como un brazo
que tira de la prisa que anuda nuestras venas.
Él es el juez del límite,la llave en las cadenas.
Y el cielo no es promesa, es un zarpazo azul,
un ácido que limpia la herrumbre y la mugre.
Lava el sudor del muro,la ansiedad que nos cerca,
y en mi costado rompe una losa que forcea.
No es esperanza. Es hambre. Un instinto que sube
por la garganta,mudo, y pico y ala estruja
contra este pecho opaco,este hábito de muro.
—Ser ese golpe negro en el azul tan puro—.
Es mirar y saber que la grieta y el vuelo
son la misma mordida sobre el mismo desvelo.
Que toda cicatriz es un nido posible,
y que este corazón,de tan frágil, es terrible.
viernes, 3 de octubre de 2025
CANCIÓN DE LA LETRA QUE NO SE NOMBRA
CANCIÓN DE LA LETRA QUE NO SE NOMBRA
a, e, i, o, u...
El burro sabe más que tú.
Qué primitivo el canto escolar,
qué condena en voz de canción.
Pero mi mundo entero ya latía
presente en la ausencia,
detrás del pizarrón.
El burro conocía el secreto:
la leña pesa menos que el olvido,
el cocuy larense quema más profundo
que esas voces que cortaban como piedra
en el patio donde el sol era de yeso.
Fue a ese "sabiondo" a quien la tierra
legó la savia del agave:
el silencio vuelto fuego líquido.
Yo aprendí a caminar
debajo del agua del tiempo,
a tejer mi propio sonido
con hilos de algodón,
a amansar el estruendo
que nace en la niebla
de un pensamiento en vendaval.
Esa letra que no pude nombrar,
la del temblor en la lengua,
la del látigo en el aire,
se volvió mi aliada,
el puente que se cruza
para llegar al otro lado
sin el ruido de antes.
Qué bueno que el burro
—orejas largas, mirada serena—
supo desde el principio
que la verdad no es lo que suena,
sino el peso de la leña,
el sabor del cocuy,
el camino que se hace
al andar bajo la corriente.
Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares
Caracas, Venezuela.
domingo, 21 de septiembre de 2025
GAZA.
En Gaza, un niño arrastra entre escombros
el silencio pesado de su hermano. Un lamento
que el viento —ceniza y nombres rotos—
no borra del mapa ni apaga en su intento.
El pequeño, con los ojos ya de vidrio,
guarda un sueño que interroga al suelo:
¿por qué esta losa que el odio construyó
sobre cimientos de olvido y tratados viejos?
La arena, geografía de su infancia,
se enrojece con cada paso vivo.
Cada lágrima es un surco que avanza,
cada nombre, un árbol no nacido.
Mientras, tras cristales de oficinas frías,
cifran en números su moral de plomo.
Sus hijos juegan bajo techo y almohada,
y el nuestro aprende a dormir sin lodo.
Que este poema no sea solo herida,
sino semilla que rompa el muro exacto:
una raíz que busque en la mentira
el agua oculta bajo el suelo ardiendo.
sábado, 20 de septiembre de 2025
PESO DEL MUNDO.
Título: Peso del Mundo.
Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Caracas, Venezuela.
El norte y sus tratados de papel dorado,
el sur con su silencio de escombros.
La izquierda susurra justicia en viejos sueños,
la derecha impone su silencio de armas.
¿Y el centro?
El centro es el cuerpo que recibe cada bala,
pero nunca la respuesta,
solo el eco de un grito que el mundo no escucha.
Nos hablaron de paz en salones pulidos,
pero la paz tiene ojivas que laten,
y el hambre es su protocolo, su letra pequeña.
Nos dijeron que la pobreza es un problema,
pero es un arma:
biológica, sin sonido, letal.
Te mata sin que tiemble el aire,
te entierra sin tumba,
te borra sin dejar un nombre,
como un suspiro que el viento se llevó.
Hay más bombas que migajas en las mesas,
más discursos que el pulso de la vida,
más fronteras en la mente que abrazos en el alma.
La humanidad no se divide en ideologías,
se divide en estómagos saciados
y estómagos que aprenden a callar,
a sobrevivir sin orgullo,
a existir sin poder respirar.
El hambre no es un vacío,
es una estrategia.
No te nutre,
te domestica.
No te mata de golpe,
te enseña a vivir sin dignidad,
a agradecer las sobras
y a olvidar el sabor de la libertad.
Y mientras tanto,
la paz se vende en vallas que prometen,
con sonrisas de niños que no saben
que las cámaras se apagan
y el arroz nunca llega a su plato.
Sonrisas que se vuelven ceniza
en el silencio de las noches sin estrellas.
Este poema no busca quién tiene la culpa,
busca quiénes son los testigos.
No pide respuestas,
quiere que no se olvide,
que el dolor no se pierda en el eco del tiempo,
el dolor de aquellos que llevan el peso del mundo
sin que nadie les pregunte cómo están.
La Paz Que No Me Apunta.
Título: La Paz Que No Me Apunta.
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.
Caracas, Venezuela.
Me prometieron una patria de himno y bandera,
pero el eco de sus voces se ahogó en mi estómago vacío.
Me juraron paz entre uniformes y botines pulidos,
pero solo la hallé en el temblor de un cuerpo herido,
en la grieta donde anida el miedo sin disfraz.
La bandera flamea sobre el hueco de un disparo,
un vacío que sabe a pan robado.
El "enemigo" grita desde la pantalla encendida,
mientras el verdadero ladrón de calma
ronca en la acera de al lado,
tan vacío y quebrado como yo.
¿Quién defiende a quien de su propio defensor?
No me hablen de defensa si este cuerpo se desmorona
por sed que no sacia,
por luz que no llega,
por ausencias que pesan más que cualquier fusil.
La pistola que dicen me protege
me apunta cuando cuestiono.
La voz que dice guiarme
me silencia cuando nombro mi hambre.
No quiero una paz con olor a pólvora,
quiero una paz con sabor a arroz en el plato,
a insulina en las venas,
a la certeza de que mi hijo no morirá
esperando lo que nunca llega.
La patria no se defiende con balas,
se defiende con humanidad que no selecciona,
con techos que resisten la lluvia y la indiferencia,
con niños que aprenden palabras antes que silencios.
Si esta es la paz que me ofrecen,
prefiero el grito honesto de la calle.
Si esta es la patria que dibujaron,
devuélvanme la piel que tenía
antes de que el mundo me enseñara a sangrar.
domingo, 7 de septiembre de 2025
El Humo y la Nicotina.
domingo, 31 de agosto de 2025
¿QUÉ NO SE HA DICHO? ©
¿QUÉ NO SE HA DICHO?
© Todos los derechos reservados
Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares
País: Venezuela
Tema: Día Internacional contra los Ensayos Nucleares
¿Qué no se ha dicho?
Ni la explosión ciega,
ni el grito que desgarra la materia.
Se calló el eco en la razón,
persiste la sombra
que nos acecha por dentro.
No es el hongo de fuego en el cielo,
es la espora en la médula del mundo.
Invisible, cotidiana, aprendida:
el miedo que se sirve en la mesa.
No se ha dicho el precio de la calma,
esta paz que se abraza al abismo,
el pacto tácito que el miedo embalsama:
suicidio colectivo, un espejismo.
Hemos normalizado el fin del mundo,
lo volvimos un rumor en la radio,
una estadística, un sueño moribundo,
mientras la muerte baila en el horario.
¿Quién hablará del alma que se encoge
ante el poder que pudre la esperanza?
Del futuro que el presente deshoja,
del "después" que perdió su confianza.
No se ha dicho la complicidad del aire
que respiramos, denso de ironía;
cómo un gesto sin alma, arbitrario,
puede borrar la luz de cada día.
América Latina no necesita submarinos,
necesita raíces, cantos, memoria.
El Tratado no es papel, es territorio,
es cuerpo, es tierra, es promesa viva.
Hoy, al filo del abismo,
alzo el vuelo no con un grito,
sino con semillas.
Mi voz no es estruendo,
es un anhelo
para sembrar grietas en pesadillas.
Se omite el peso de la heréncia,
la carga que legamos en silencio:
un planeta que guarda la demencia
de una especie que optó por el veneno.
El miedo no es la ráfaga que pasa,
es el frío que anida en la médula,
la conciencia que se quiebra y se abrasa
negando la grieta, la última cédula.
Que este lamento remueva el simiente:
el horror no es la bomba, es el olvido
de que somos el fuego y el firmamento,
y que el poder de elegir no ha huido.
El verdadero ensayo es el que hacemos
al despertar, en el alma, cada instante.
¿Seguiremos ciegos,
o al fin seremos
la paz que no se espera,
sino se planta?
Y si el diablo susurra “esto es normal”,
que el poema despierte la carne,
que el cuerpo entero se erice y grite:
¡No en mi nombre!
¡No en nuestra carne!
lunes, 25 de agosto de 2025
No Me Nombras, Pero Me Gritas
No Me Nombras, Pero Me Gritas
Poema-respuesta para quien confunde el reflejo con el enemigo
Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares
D/R.
No te escribí.
No te nombré.
Pero te leíste en mi herida,
como quien se mira en un charco
y culpa al agua por su rostro.
No fui yo quien te expulsó.
Fue tu eco.
Tu forma de entrar a los poemas
como si fueran vitrinas
y no refugios.
Me llamaste mala
porque no entendiste el temblor.
Me acusaste de atea,
como si la fe fuera un arma
y no un silencio compartido.
Yo no compito.
No pongo zancadillas.
Escribo desde el derrumbe.
Y si eso te incomoda,
no es por mí:
es porque tus cimientos tiemblan.
No me duele tu insulto.
Me duele que escribas tan bello
y vivas tan lejos de tus versos.
No me asusta tu juicio.
Me asusta que creas
que la poesía es un podio
y no una sala de espera,
para quienes aún no saben
cómo nombrar el dolor sin herir.
Yo sigo.
Con mis huesos contados,
con mi silencio intacto,
con mi espejo sin retoques.
Porque si mi ser es fractura,
mi palabra es puente.
Y tú, que me leíste sin querer,
ya cruzaste.
sábado, 16 de agosto de 2025
QUÉ PARTE DE MÍ LEYÓ EL DEMONIO?
domingo, 10 de agosto de 2025
MI SILENCIO NO ES TU VICTORIA
Mi Silencio No Es Tu Victoria
Poema-testimonio de una sala que no fue sala
Por Norma Cecilia Acosta Manzanares
Este poema no se escribió para ser leído.
Se escribió para ser escuchado por quienes convierten el silencio en castigo.
Por quienes creen que callar es ceder.
Por quienes aún no entienden
que la dignidad no se negocia.
Aquí no hay metáforas decorativas.
Hay grietas.
Hay puentes.
Hay piedras que no se pueden barrer.
Este poema es una réplica.
Una que no grita,
pero tampoco se calla.
MI SILENCIO NO ES TU VICTORIA. © agosto 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados.
La sala no era sala.
Era ceremonia de cuchillos.
Jaula de espejos deformes
donde las palabras rebotaban
y se convertían en otras.
Él golpeó la mesa.
Cortó el aire con su mano.
Silencio, dijo.
Y su silencio fue un muro.
Yo hablé.
Mis palabras eran piedras.
Él las recogió, las examinó,
y las tiró al suelo.
Mentira, dijo.
Revisa tus archivos
antes de manchar mi nombre.
Ellos rieron.
Sus voces tejían una red
donde la responsabilidad
siempre era araña ajena.
En mi viejo ordenador tal vez…
No recuerdo esa norma…
No estaba en la reunión…
Yo hablé.
Mis palabras eran puentes
hacia otras voces ahogadas.
Él las quemó.
Herejía, dijo.
Yo escribí.
Mis palabras eran grietas
en el muro de su silencio.
Él las tapó.
Olvido, dijo.
Pero el eco de mi voz
persiste en las grietas.
Mi silencio no es tu victoria.
20 Formas de Amar y una Mosca Zumbando.
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