miércoles, 21 de agosto de 2024

Quisiera ser un río

 Quisiera ser un río 



Tengo un corazón  

Lleno de sueños y de pasión  

Fuerte corazón  

Que despierta al sentir su libertad  

¡Ay, ay, ay, ay, ay!  

Y este corazón  

Se abre con alegría hacia mi hogar  

Pobre corazón  

Que busca su camino en esta tierra.


Quisiera ser un río  

Para llevar mis penas a la mar  

Y crear corrientes de vida donde quiera,  

¡Oh!, pasar la noche en vela, fluyendo en mí.  

Un río  

Para abrazar de esperanza esta tierra  

Y hacer olas de amor bajo la luna,  

¡Oh!, saciar esta locura, fluyendo en mí.


Canta, corazón  

Con un anhelo inmenso de unidad,  

Sueña, corazón,  

No te ahogues en la sombra, ¡ay, ay, ay, ay!  

Y este corazón  

Se desborda de tristeza ante el dolor.  

Pobre corazón  

Que no encuentra su camino.


Quisiera ser un río  

Para llevar mis penas a la mar  

Y crear corrientes de vida donde quiera,  

¡Oh!, pasar la noche en vela, fluyendo en mí.  

Un río  

Para abrazar de esperanza esta tierra  

Y hacer olas de amor bajo la luna,  

¡Oh!, saciar esta locura, fluyendo en mí.


Una noche, para hallar la libertad,  

Cara a cara, paso a paso,  

Y vivir por siempre fluyendo en mí.  

Quisiera ser un río  

Para llevar mis penas a la mar  

Y crear corrientes de vida donde quiera,  

¡Oh!, pasar la noche en vela, fluyendo en mí.  

Un río  

Para abrazar de esperanza esta tierra  

Y hacer olas de amor bajo la luna,  

¡Oh!, saciar esta locura, fluyendo en mí.


(Para llevar mis penas a la mar)  

(Y crear corrientes de vida donde quiera)  

¡Oh!, pasar la noche en vela, fluyendo en mí.  

Un río  

(Para abrazar de esperanza esta tierra)  

(Y hacer olas de amor bajo la luna)  

¡Oh!, vaciar esta locura, fluyendo en mí.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Todos los derechos Reservados


sábado, 27 de julio de 2024

Introspección en la Noche.

 Introspección en la Noche.


En la calma de esta noche,  

me encuentro a solas con mi voz,  

las sombras de mis miedos susurran,  

y el eco de la esperanza es feroz.


Cierro los ojos, respiro hondo,  

siento el latido de mi tierra en mí,  

cada pulso es un recuerdo, un mundo,  

cada suspiro, un clamor por vivir.


Las cadenas que a veces me aprietan,  

son también el fuego que me impulsa,  

la frustración se abraza a la fe,  

y en este vaivén, mi esencia se usa.


Pienso en los rostros de mi gente,  

en sus sonrisas que desafían el mal,  

en su coraje que brilla, resplandeciente,  

y en su fe, una llama que no va a cesar.


Los oscuros pueden intentar callar,  

pero no conocen la fuerza del amor,  

ni el poder que surge al unir,  

ni la luz que brota de cada corazón.


Así, en esta noche profunda,  

me envuelvo en sueños, en anhelos,  

sabiendo que, aunque la noche abunda,  

el amanecer traerá nuevos destellos.


Cada lágrima es un paso, un canto,  

cada herida, una lección que enseña,  

y en el silencio, escucho el encanto  

de un futuro donde la libertad sueña.


Esta noche, me abrazo a la esperanza,  

con la certeza de que el cambio vendrá,  

y aunque el miedo intente asediar,  

la lucha por la vida siempre brillará.


Autoría: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

Caracas Venezuela.



domingo, 21 de julio de 2024

SOLILOQUIO DE UN NUEVO AMANECER

 SOLILOQUIO DE UN NUEVO AMANECER.

Fluyo, soy Venezuela,
un cauce de historia que serpentea,
mis tierras reflejan el cielo,
y en cada rincón, un susurro de historias.
Soy la corriente que avanza,
sin prisa, pero sin pausa,
llevando conmigo las memorias,
las risas, las lágrimas,
los sueños que se deslizan como hojas.

En mis profundidades,
habitan los ecos de mis anhelos,
las piedras que he encontrado,
cada una un obstáculo,
pero también un maestro,
que me enseña a sortear,
a adaptarme, a cambiar.

A veces me desbordo,
en tempestades de emociones,
mis tierras turbias se agitan,
la rabia me consume,
como un fuego que arde sin control,
la desesperación me arrastra,
como un remolino que me hunde,
mis montañas golpean el cielo,
rompiendo en mil pedazos,
la furia de una nación desatada.

Pero luego, calma,
un remanso donde la reflexión florece.
Soy el espejo del mundo,
reflejando la luz y la oscuridad,
la serenidad y la tormenta.

Mis llanuras son testigos,
los árboles que me abrazan,
las flores que se asoman,
en este viaje interminable,
donde cada gota cuenta,
donde cada instante es un regalo.

Así, en este fluir constante,
encuentro mi esencia,
soy la tierra que nunca se detiene,
y en mi recorrido,
descubro que la vida es un viaje,
una danza de corrientes,
una sinfonía de cambios,
donde cada curva es una oportunidad,
y cada remanso, un respiro.

Y en cada respiro,
una chispa de esperanza,
un nuevo amanecer,
donde mis tierras se renuevan,
y sigo mi curso,
hacia un horizonte de posibilidades.

Pero en mis profundidades,
donde la luz apenas llega,
se ocultan secretos,
sombras que susurran,
misterios que nunca revelo,
historias que solo yo conozco,
y en cada curva,
una pregunta sin respuesta,
un enigma que flota,
en el silencio de mis tierras.

Y en ese silencio,
una melancolía latente,
un eco de lo que fue,
de lo que pudo ser,
un susurro de tiempos pasados,
que se pierde en la corriente,
dejando solo un rastro,
un enigma sin resolver,
en el corazón de mi patria.

Pero incluso en la melancolía,
una chispa de esperanza brilla,
un nuevo amanecer se vislumbra,
donde mis tierras se renuevan,
y sigo mi curso,
hacia un horizonte de posibilidades,
donde cada misterio,
cada enigma,
es una promesa de lo que vendrá.


Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

sábado, 20 de julio de 2024

Soliloquio De Un País Enfermo

Soliloquio De Un País Enfermo 


En las sombras de un cuerpo que lucha,

un cáncer crece, insidioso y voraz,

gobierno que invade, asfixia y muerde,

tejiendo su red en el alma fugaz.


Como células que se multiplican,

sus promesas son ecos, vacías de fe,

en un laberinto de burocracia y miedo,

donde el pueblo clama, sin saber qué hacer.


Oh, remedio, ¿dónde estás oculto?

La esperanza se asoma, tenue y sutil,

un tratamiento que sane lo herido,

que arranque de raíz este mal febril.


La quimioterapia de la voz del pueblo,

la unión, la lucha, el grito en la piel,

en cada elección, en cada protesta,

hay un antídoto, hay un amanecer.


Pero el miedo persiste, sombra oscura,

mientras el cáncer avanza, sin compasión,

necesitamos coraje, un cambio profundo,

un diagnóstico claro, una nueva razón.


Así, en este cuerpo que es nuestra nación,

despertemos juntos, seamos el remedio,

que el gobierno no sea el cáncer que duele,

sino el faro que guía, el puerto, el deseo.


Sanemos las heridas, abracemos la vida,

con cada latido, un paso hacia el sol,

y en esta lucha constante, con fe renovada,

seremos el cambio, seremos el amor.


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares 

martes, 16 de julio de 2024

A TI MI REFUGIO

 A Ti, Mi Refugio

Oh, Dios, al despertar y no hallarte,  

siento que parte de mí se desvanece.  

Las palabras se enredan en mi garganta,  

el alma y el cuerpo se retuercen,  

como un eco de la vida misma.  

En este vaivén de lo humano,  

donde la tristeza y la alegría se entrelazan,  

me aferro a ti, mi refugio eterno,  

en la danza de lo incomprensible.  

Tu imagen es mi recuerdo sagrado,  

el tiempo compartido, un tesoro inmenso.  

pero el dolor aprieta mi alma,  

y me resigno a vivir sin tenerte físicamente.  

Así es el destino, así es la vida,  

nos brinda momentos de dicha y tristeza.  

Nadie escapa de esta dualidad,  

pero en ti hallo consuelo y esperanza.  

¿Cuánto duele vivir sin alguien?  

Cuando se nos arrebata la esperanza,  

busco en ti, Dios, mi refugio constante,  

y digo "amén" a la vida, a la fe.  

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.


CATARSIS DE LA SOLEDAD

 Catarsis De La Soledad.

 

Soy un náufrago en un mar de silencio,

las olas de la soledad me arrastran,

mi piel, áspera como arena erosionada.

 

¿Cuánto tiempo llevo aquí?

El tiempo se desvanece en la inmensidad.

 

Mis pensamientos, gaviotas que revolotean,

buscando sentido en ecos vacíos.

¿Quién soy? ¿Qué propósito me trajo?

Respuestas, algas muertas, inalcanzables.

 

La soledad, espejo sin piedad,

muestra mis grietas, mis fracturas internas,

palabras no dichas, abrazos no dados.

¿Por qué huí de la compañía? ¿Muros o puentes?

 

"Eres suficiente", me susurro,

pero la soledad se ríe, "¿Para quién?"

Y me hundo en la oscuridad.

 

La soledad, no un poema, sino un grito ahogado,

eco de mi voz, buscando en un desierto sin oasis.

¿Hay alguien ahí? ¿O soy el último habitante?

 

Imagino que la soledad tiene brazos,

me abraza, "Soy parte de ti. No puedes escapar",

y asiento en silencio, pequeño náufrago.

 

Pero miro al cielo y veo las estrellas,

la soledad, una constelación más.

Tal vez pueda aprender a navegar sin temor.

 

Escribo mi catarsis en la arena,

las palabras se desvanecerán con la marea.

Quizás otro náufrago las encuentre

y sepa que la soledad es un viaje, no un destino. 

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares. 

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  La Necesidad de Nombrar lo que Queda. Este compendio de poemas no es un libro sobre el amor. Es una revisión honesta y cruda de lo que que...