martes, 3 de junio de 2025

Madrugada en el Valle Herido.








Título: Madrugada en el Valle Herido. © 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 


La montaña despierta su espalda verde,  

recoge la noche como un manto roto.  

Caracas abre los ojos lentamente  

mientras el sol derrama miel en los barrancos.  


Huele a guayaba y gasolina,  

a pan recién horneado en la esquina caliente,  

a tierra mojada que aún sueña con raíces  

bajo el asfalto agrietado de indiferencia.  


Los edificios —cicatrices verticales—  

reciben la luz con sus ventanas ciegas.  

Pero en una terraza, una abuela desentierra  

geranios rebeldes entre cables y quejas.  


El Ávila tiñe de violeta sus linderos,  

testigo de techos que ya no son rojos,  

de niños que suben colinas con uniformes  

como pequeñas banderas contra el olvido.  


Hay balas dormidas en la hierba húmeda,  

pero también un pájaro que rasga el silencio  

con un canto tan agudo y pertinaz  

que desarma la furia de los hierros.  


Esta ciudad no es un verso perfecto:  

es metáfora rota, estrofa con sangre seca,  

rima forzada entre rejas y guacamayas...  

¡Y sin embargo! Mira cómo la luz besa  

el kiosko abandonado donde un muchacho  

—libreta en mano— escribe un nuevo comienzo.  




domingo, 1 de junio de 2025

CONTANDO HUESOS





 Contando Huesos no se ofrece como poema, sino como fractura. No pide ser leído, sino acompañado. Es el eco de una cifra que no quiere ser número, de una firma que alguna vez fue canto, de un abrazo que se multiplica para no desaparecer. Aquí no hay versos, hay restos. No hay métrica, hay memoria. Cada símbolo matemático es una ironía, una forma de decir: si me van a medir, que sea por lo que duele. Si me van a contar, que cuenten los derrumbes. Si me van a archivar, que archiven también mis insomnios, mis caricias sin estrenar, mis guerras con la gravedad.


Este poema no busca ser comprendido. Busca ser tocado. Que alguien lo lea con los dedos, con la espalda, con el hueco que deja el aire comprado a plazos. Que alguien lo escuche como quien escucha una ecuación que no resuelve nada, pero revela todo. Que alguien lo diga en voz baja, como quien cuenta huesos en la oscuridad, para que no se pierdan.


Si alguna vez te preguntaron cuántas veces fuiste humana y no supiste qué decir, este poema responde por ti. No con palabras, sino con cifras que tiemblan. No con lógica, sino con alma en porcentaje mínimo. No con respuestas, sino con polvo de estrellas que no se puede intercambiar.


Léelo si quieres, pero no lo leas solo. Léelo como quien acompaña. Como quien reconoce. Como quien se niega a olvidar.


CONTANDO HUESOS.

(Poema-espiral sobre la tiranía de los números que nos definen)


Me miden en decimales de segundo:  

—24.597 latidos malgastados  

en un beso sin dueño—  

El reloj traga mis uñas  

y escupe certificados  

con mi esperanza de vida  

calculada en intermitencias.  


Altura: 3 derrumbes apilados.  

Peso: 47 sombras por m².  

Estado civil: "En guerra con la gravedad".  

Firma: un óvalo donde antes cantaba un pájaro.  


Saldo disponible:  

—3 caricias sin estrenar  

—1 lágrima en plazo fijo  

—500 gramos de insomnio  

convertibles en polvo de estrellas  

(intercambio no admitido en esta sucursal).  


Cuando el sistema me pida  

el número exacto de veces  

que fui humana,  

mostraré esta ecuación:  


(1 abrazo)² + (√100 miradas)  

= 0.0001% de alma  

+ 99.9% de aire  

comprado a plazos.  


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

Caracas, 01/06/2025.

Derechos reservados.




TEMBLOR




TÍTULO: TEMBLOR

Soy todas las grietas que una vez no fui y ahora son mis raíces


Tú te alejaste.  

No fue el amor lo que faltó:  

fue el coraje de mirarme  

en los ojos del miedo  

y reconocer  

que yo era la cobarde.  


Invento excusas en voz baja:  

—"Fue el tiempo, fueron las circunstancias"—  

pero el espejo repite  

la misma sentencia:  

Huiste de ti misma.  


Ahora desciendo

a la mina de los yoes:

“—la que firmó treguas con espejos rotos,

la que bebió sal para saciar la sed,

la que se llamó cobarde

mientras sus uñas cavaban túneles

hacia la luz—"  


Preguntas:  

—"¿Quién soy, después de tanto fingir?"—  

Y la respuesta quema:  

Eres la suma de todas las versiones  

que no te atreviste a ser.    


Y sin embargo...  

aquí estoy:  

—cobarde, sí, pero viviendo—  

con mis heridas abiertas al sol  

y mis yoes dispersos  

aprendiendo a bailar  

en este campo de batalla  

que ahora llamo piel.  


El espejo ya no acusa:  

sus grietas filtran luz.  

Y en ese resquicio  

—donde antes solo había vergüenza—  

brota un musgo terco  

que nadie podrá arrancar.  




jueves, 29 de mayo de 2025

Tus Labios

POEMA PARA ANTOLOGÍA DIGITAL Título: Tus Labios. (Adiós en Minúsculas) Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares. País: Venezuela. Tus labios —ese animal doméstico que ayer lamía mis costillas— hoy escupe adiós como quien tira un chicle al suelo. Yo lo recojo, lo estiro entre mis dedos, le doy forma de corazón y lo pego en el espejo donde ya no te miras.

lunes, 26 de mayo de 2025

Tus Ajenos Labios (Labios de Arena)




Título: Tus Ajenos Labios (Labios de Arena)

Nombre: Norma Cecilia Acosta Manzanares

País: Venezuela.  


Tus besos son playas que visito de noche,  

donde el mar borra mis huellas al marcharme.  

Cada caricia, una ola que se lleva  

pedazos de mí que no sabía que existían.  


¿Cómo abrazar lo que se deshace?  

Tu amor escribe en mi piel con tinta de espuma,  

letras claras que el sol devora al alba.  

Soy un faro que ilumina naufragios ajenos.  


En tu boca guardo secretos que no son míos,  

monedas de un idioma que no aprendí.  

Me pierdo en tu mapa de fronteras movedizas,  

donde cada te quiero es una bandera blanca.  


Cuando te vas (y siempre te vas),  

la marea deja en mi orilla  

conchas vacías que parecen susurrar:  

"Aquí hubo algo que el océano ya no recuerda".  





sábado, 24 de mayo de 2025

GEOGRAFÍA DEL TEMBLOR

Título: Geografía del Temblor © 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. (para la niña que colecciona migajas de amor) Sus manos teje nidos con un hilo de jabón y alfileres: sus dedos —mapa de grietas— acarrean pañales, canciones, y maldiciones que se esconden como cucarachas bajo la nevera. Tú aprendes a nombrar el mundo entre sábanas que huelen a cloro y a rabia fría: la mesa limpia es un altar sin respuestas, los azulejos brillan como dientes de lobo, tu risa se quiebra en los charcos del silencio. Cada te quiero viene con agujas: te abraza con la fuerza de quien sofoca un incendio, te regaña con palabras que saben a metal oxidado, y tú, pequeña esponja sin filtro, absorbes la culpa creyéndola miel. Las noches son cajones desordenados: guardas sus suspiros bajo la almohada, clasificas caricias y puños de sombra, mides el amor por el volumen del portazo y sueñas con un país donde el cariño no tiene sabor a vinagre.

sábado, 10 de mayo de 2025

HABLO AL MUNDO








 Hablo al Mundo © Norma Cecilia Acosta Manzanares.  


Miro al mundo y pregunto:  

¿Qué cuchillo dibujó este mapa en mi costado?  

No una herida, sino un río  

que arrastra ciudades de lo que callé.  


Las lágrimas no son lágrimas:  

son hachas partiendo espejos,  

cristales que al caer  

revelan mi rostro multiplicado.  


El insomnio talla estatuas con mis huesos,  

la noche es un ácido que escribe  

versos en la piel.  

Nadie dijo que el dolor fuese poético.  


Pero en este laberinto de sombra y tinta,  

alzo una bandera hecha de cicatrices:  

cada paso no es huella,  

es un terremoto.  


Me deshago.  

Me invento.  

Soy ceniza que aprende a incendiar océanos,  

un fantasma que construye diques  

con los dientes.  


El frío no me quiebra:  

lo muerdo y escupo diamantes.  

El viento no es viento:  

es mi aliento volviendo del abismo.  


Ya no grito traición,  

sino aquí estoy,  

con mis manos que ahora son puentes,  

mis labios que ahora son ley.  


Y perdono, no porque olvide,  

sino porque sé  

que el rencor es un nudo  

y yo tejí estas alas para volar.  


Hablo al mundo desde el cráter  

que dejó tu nombre:  

no con rabia de huracán,  

sino con la calma feroz de los volcanes.

1932: LA CÁPSULA QUE NOS MIRA

 1932: LA CÁPSULA QUE NOS MIRA La cápsula no se rompió. Se desclasificó. No fue la médula. Fue escenario. Un hombre de blanco sirviendo con ...