sábado, 21 de junio de 2025

La Pausa Que Habita

   





Título: La Pausa Que Habita. © 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 




El agua cae  

sin tregua  

como si supiera  


yo no le tengo miedo al agua  


pero sí a ese instante  

en que todo lo que callé  

se disuelve con el vapor  


  


mi cabello  

plateado  

mojado  

es la única prueba  

de que sigo estando aquí  


pegado a mi espalda  

como si se aferrara  

a no soltarse de mí  


  


no lloro  

no  

no oficialmente  


pero se siente  

la lágrima escondida  

el temblor que no pide permiso  

la mueca que no logro contener  


mi rostro delata  

lo que mi voz no puede nombrar  


  


mi cuello arde  

no por fuera  

sino adentro  


una lava que no grita  

pero atraviesa  

grieta por grieta  

como si mis vértebras  

fueran cicatrices antiguas  


  


soy  

esta fisura que respira  

esta mujer  

que carga la premenopausia  

como si fuera  

una guerra no declarada  


  


mi cuerpo se sacude en silencio  

nadie lo nota  

pero yo sí  


yo lo siento  

en cada esquina de mí  

en cada respiro con sabor a recuerdo  


  


el agua cae  

y no limpia  

revela  


me deja a solas  

con la pausa  

la que habita  

la que soy  


  


y aunque nadie escuche  

aunque nadie mire  


aquí estoy  


ardiendo  


sin desaparecer.


sábado, 14 de junio de 2025

LOS ABRAZOS DE TU TOGA

 







LOS ABRAZOS DE TU TOGA. © 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 


I. LAS COSTURAS DE TU AUSENCIA

Padre,  

tu toga negra aún cuelga  

en el armario de mi memoria,  

pero no como un símbolo,  

sino como una prenda incompleta:  

le faltan los botones que perdiste  

corriendo entre rejas,  

el doblez izquierdo que gastaste  

al inclinarte sobre escritorios ajenos,  

el hilo suelto que dejaste  

cuando la muerte te citó  

sin derecho a apelación.  


Yo, la niña que solo conoció  

el eco de tus pasos en el pasillo  

—siempre llegando tarde,  

siempre oliendo a café y tinta—,  

hoy reconstruyo tu rostro  

a partir de cicatrices ajenas:  

“El abogado que me salvó”,  

dice uno,  

y en su voz agrietada  

escucho por fin tu “buenos días”.  


II. DIÁLOGO CON LO INVISIBLE 

“¿Por qué defendiste a tantos  

y a mí solo me dejaste  

estos abrazos prestados?”,  

te pregunto en voz baja  

mientras un hombre llora  

sobre mi hombro.  


Él no sabe  

que su gratitud es ahora  

mi única cartilla para aprenderte:  

—En sus manos ásperas  

leo los expedientes que no me leíste,  

—En su temblor,  

las noches que pasaste  

deshojando leyes como margaritas:  

“Absuelto, culpable, absuelto…”


(Y yo,  

que nunca tuve tu regazo,  

aprendo a ser hija  

en este tribunal de brazos ajenos.)


III. LAS HERENCIAS QUE NO SE FIRMAN 

Tus abrazos no fueron  

los de un padre,  

sino los de un hombre  

que convirtió la justicia  

en actos de amor anónimos. 

—Cada apretón de manos  

que devolviste a un condenado,  

era un fajo de versos  

que nunca me escribiste,  

—Cada “no culpable” gritado,  

era el arrullo  

que el tiempo te robó.  


Hoy lo entiendo:  

defendiste mi nombre  

no en cunas ni cumpleaños,  

sino en el papel carbón  

de sentencias que otros llaman  

“milagros”.  


IV. EPÍLOGO: TESTAMENTO DE UN FANTASMA  

Padre,  

tu toga ya no existe:  

la justicia se volvió  

un cliente sin rostro  

que nadie quiere defender.  


Pero en mi pecho guardo  

el último recurso que me dejaste:  

—Cuando un desconocido me abraza,  

sus brazos dibujan  

la letra pequeña de tu testamento:  

“Perdóname por haberte amado  

en lenguaje de tribunales.  

Aquí tienes, hija,  

todas mis derrotas convertidas  

en abrazos.”


Y yo,  

que juré no ser abogada,  

ahora defiendo tu memoria  

con las únicas pruebas admisibles:  

lágrimas y tinta.  


P.D.  

Hoy, donde quiera que estés,  

recibe este "Feliz Día" tejido  

con los hilos sueltos de tu toga  

y los ecos de los "no culpables"  

que fueron mi arrullo.  

Te recuerdo defendiéndome.




lunes, 9 de junio de 2025

LENTITUD DEL ADIÓS





Título: Lentitud del Adiós. © 2025

Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

País: Venezuela.


Me dijiste adiós  

con tus labios de último puerto,  

y fue entonces que supe:  

no se ahoga quien se va,  

sino quien se queda

mirando la marea.  


Tus palabras —peces de plata—  

nadaron hacia el abismo,  

mientras yo juntaba sal  

en la orilla del tiempo.  


¿Qué queda cuando el amor  

rompe su propio espejo?  

Solo este frío

que me abraza sin tus manos,  

solo este eco  

de un beso convertido en ceniza.  


El adiós no fue relámpago,  

fue lenta cicatriz:  

una geografía de ausencias

dibujada en mi piel.  


Hoy aprendo a caminar  

con tu sombra a cuestas —  

mi único equipaje—  

y en cada noche,  

reconstruyo tu nombre  

con las estrellas quebradas.


...Porque tu adiós no es destino,  

solo es un silencio  

que me enseña a arder.




martes, 3 de junio de 2025

Madrugada en el Valle Herido.








Título: Madrugada en el Valle Herido. © 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 


La montaña despierta su espalda verde,  

recoge la noche como un manto roto.  

Caracas abre los ojos lentamente  

mientras el sol derrama miel en los barrancos.  


Huele a guayaba y gasolina,  

a pan recién horneado en la esquina caliente,  

a tierra mojada que aún sueña con raíces  

bajo el asfalto agrietado de indiferencia.  


Los edificios —cicatrices verticales—  

reciben la luz con sus ventanas ciegas.  

Pero en una terraza, una abuela desentierra  

geranios rebeldes entre cables y quejas.  


El Ávila tiñe de violeta sus linderos,  

testigo de techos que ya no son rojos,  

de niños que suben colinas con uniformes  

como pequeñas banderas contra el olvido.  


Hay balas dormidas en la hierba húmeda,  

pero también un pájaro que rasga el silencio  

con un canto tan agudo y pertinaz  

que desarma la furia de los hierros.  


Esta ciudad no es un verso perfecto:  

es metáfora rota, estrofa con sangre seca,  

rima forzada entre rejas y guacamayas...  

¡Y sin embargo! Mira cómo la luz besa  

el kiosko abandonado donde un muchacho  

—libreta en mano— escribe un nuevo comienzo.  




domingo, 1 de junio de 2025

CONTANDO HUESOS





 Contando Huesos no se ofrece como poema, sino como fractura. No pide ser leído, sino acompañado. Es el eco de una cifra que no quiere ser número, de una firma que alguna vez fue canto, de un abrazo que se multiplica para no desaparecer. Aquí no hay versos, hay restos. No hay métrica, hay memoria. Cada símbolo matemático es una ironía, una forma de decir: si me van a medir, que sea por lo que duele. Si me van a contar, que cuenten los derrumbes. Si me van a archivar, que archiven también mis insomnios, mis caricias sin estrenar, mis guerras con la gravedad.


Este poema no busca ser comprendido. Busca ser tocado. Que alguien lo lea con los dedos, con la espalda, con el hueco que deja el aire comprado a plazos. Que alguien lo escuche como quien escucha una ecuación que no resuelve nada, pero revela todo. Que alguien lo diga en voz baja, como quien cuenta huesos en la oscuridad, para que no se pierdan.


Si alguna vez te preguntaron cuántas veces fuiste humana y no supiste qué decir, este poema responde por ti. No con palabras, sino con cifras que tiemblan. No con lógica, sino con alma en porcentaje mínimo. No con respuestas, sino con polvo de estrellas que no se puede intercambiar.


Léelo si quieres, pero no lo leas solo. Léelo como quien acompaña. Como quien reconoce. Como quien se niega a olvidar.


CONTANDO HUESOS.

(Poema-espiral sobre la tiranía de los números que nos definen)


Me miden en decimales de segundo:  

—24.597 latidos malgastados  

en un beso sin dueño—  

El reloj traga mis uñas  

y escupe certificados  

con mi esperanza de vida  

calculada en intermitencias.  


Altura: 3 derrumbes apilados.  

Peso: 47 sombras por m².  

Estado civil: "En guerra con la gravedad".  

Firma: un óvalo donde antes cantaba un pájaro.  


Saldo disponible:  

—3 caricias sin estrenar  

—1 lágrima en plazo fijo  

—500 gramos de insomnio  

convertibles en polvo de estrellas  

(intercambio no admitido en esta sucursal).  


Cuando el sistema me pida  

el número exacto de veces  

que fui humana,  

mostraré esta ecuación:  


(1 abrazo)² + (√100 miradas)  

= 0.0001% de alma  

+ 99.9% de aire  

comprado a plazos.  


Autor: Norma Cecilia Acosta Manzanares.

Caracas, 01/06/2025.

Derechos reservados.




TEMBLOR




TÍTULO: TEMBLOR

Soy todas las grietas que una vez no fui y ahora son mis raíces


Tú te alejaste.  

No fue el amor lo que faltó:  

fue el coraje de mirarme  

en los ojos del miedo  

y reconocer  

que yo era la cobarde.  


Invento excusas en voz baja:  

—"Fue el tiempo, fueron las circunstancias"—  

pero el espejo repite  

la misma sentencia:  

Huiste de ti misma.  


Ahora desciendo

a la mina de los yoes:

“—la que firmó treguas con espejos rotos,

la que bebió sal para saciar la sed,

la que se llamó cobarde

mientras sus uñas cavaban túneles

hacia la luz—"  


Preguntas:  

—"¿Quién soy, después de tanto fingir?"—  

Y la respuesta quema:  

Eres la suma de todas las versiones  

que no te atreviste a ser.    


Y sin embargo...  

aquí estoy:  

—cobarde, sí, pero viviendo—  

con mis heridas abiertas al sol  

y mis yoes dispersos  

aprendiendo a bailar  

en este campo de batalla  

que ahora llamo piel.  


El espejo ya no acusa:  

sus grietas filtran luz.  

Y en ese resquicio  

—donde antes solo había vergüenza—  

brota un musgo terco  

que nadie podrá arrancar.  




¿QUÉ NO SE HA DICHO? ©

 ¿QUÉ NO SE HA DICHO? © Todos los derechos reservados Autora: Norma Cecilia Acosta Manzanares País: Venezuela Tema: Día Internacional contra...